6 de marzo de 2022. Domingo.
¡UNA CRUZ DE PECADOS!
¡UNA CRUZ DE PECADOS!
-Primer domingo de cuaresma: se iluminan el
sufrimiento, la plegaria, la limosna. Dios se acerca a nosotros: el que se hizo
humanidad en Jesucristo. Se encarnó –se hizo carne–, y, luego, cruz para
cargar, como dice Isías, con los pecados de todos. ¡Una cruz de pecados! Debía
pesar como una galaxia de mundos. Dice San Pablo: «Ahora es el tiempo de la
gracia; ahora es el tiempo de la misericordia». En cuaresma la gracia de Dios
se derrama por la creación como un aceite nuevo, aceite de júbilo hecho crisma –aceite de santidad–, que unge y purifica. Aceite perfumado por la gracia de
Dios. Hoy la liturgia nos presenta a Jesús luchando con el pecado de su
tiempo y del nuestro: el pecado de la avaricia, de la apariencia o el simulacro,
de la adoración a lo que es materia y debilidad frustrantes: el diablo de
ahora y de siempre. Y es que el mal trata de domesticar a Dios, para que se
avenga a nuestros intereses. San Lucas nos cuenta, que luego de andar por el
desierto –aquella soledad pétrea y sola, llena de aullidos– durante cuarenta
días, y sin comer, «al final sintió hambre». Y vino el mal –el diablo– y le
propuso: «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan». Es
decir, lo fácil, lo cómodo, sin el trabajo y el llanto de tener que sembrar las
semillas, para, luego, volver con cánticos y júbilo «trayendo las gavillas». Y, hablando
por medio de la Escritura, Jesús le contesta: «No sólo de pan vive el hombre». Es
decir, si se confía en Dios, que es misericordia y piedad, y mano tendida, y no
en el mal, que es diablo, disfraz, mentira, la tentación se vence. La
cuaresma es luz que alumbra más de cerca nuestro, a veces, tortuoso y difícil caminar; nos orienta y nos
guía, y, Diario, fortalece nuestro espíritu (12:56:49)