sábado, 19 de febrero de 2022

19 de febrero de 2022. Sábado.
VERME HUMANO

Contágiate de solidaridad, Manos Unidas.

-Me imagino a Manos Unidas danzando en corro, en comunión. Armonía de las manos. Manos Unidas se hace así punto de convergencia, punto del que parte y en el que concluye la perspectiva de amor al prójimo. Desde Manos Unidas se salta al universo, se abre a lo extendido, y, lo que parece inalcanzable, se hace objeto asequible. Manos Unidas, campo abierto, pues, sin puertas. Manos Unidas está aquí, en ti y en mí, y en el más allá, donde el amor, consolando y dando risas, produce espigas con las que calmar el hambre de pan y ríos que aplaquen la sed de cultura, y que hagan volar así las hojas de los libros como alas de sabiduría, y que sus vuelos se posen en los ojos y en alma de los niños de la pobreza, dándoles gozos, los gozos de la estima personal y los de la dignitad. Todos los años Manos Unidas se sube a las alas de un lema y lo hace teología evangélica, teología que siempre se hace la encontradiza con el pobre. Este año: «Nuestra indiferencia los condena al olvido». «Bienaventurados los pobres», dijo Jesús; pero, si es posible, sin pobreza. Deteneos en la mirada de un niño de la miseria, que te mira; su mirada es sacramento de la presencia de Dios en él y de ausencia del mismo en ti, si sigues el camino de la indiferencia. Indiferencia es terquedad en no ver. Hay algo (Alguien) desde esa infinita sacralidad –la mirada de un niño de la pobreza–, que acusa. Escribía Francisco Umbral en su enorme novela Mortal y rosa: «La vida es sacrílega cuando profana al niño, cuando atenta contra él». Y no hay mayor sacrilegio que el robarle el mañana a un niño por un hoy de injusticia, de desinterés egoísta, de indiferencia. Sólo deseo, Diario, mirarme en los ojos de un niño de la pobreza y verme ser humano; sólo eso: verme humano (11:26:42).

No hay comentarios:

Publicar un comentario