26 de febrero de 2022. Sábado.
EL LIBRO QUE LEE
EL LIBRO QUE LEE
-Esta noche pasada, un libro (me ha parecido ver que era el Apocalipsis
de San Juan) ha venido a mí, me ha abierto y ha empezado a leerme; yo, pasando
sus hojas, trataba de leerlo, pero él me podía, porque, para leerme, él no
tenía más que mirar y leer, sin necesidad de pasar hojas. Miró detrás de los
ojos y leyó; y en la boca, y en el corazón, y en el lugar del cerebro donde se
forman las ideas que luego son palabras. Miró y leyó, y su mirada era como la
de un ángel terrible que me leyera pasando sobre mí un dedo de fuego acusador.
Detrás de mis ojos vio colores, paletadas hermosas de color; en la boca, un «¡oh!»
inmenso de miedo, y en el lugar del cerebro, donde se forman las ideas que
luego son palabras, vio un poema, y sonrió. Pero visto el corazón, me
dijo: «Tengo contra ti que has perdido el amor», y, triste, con tristeza de
libro, me hizo ver lo que había amado y lo que no, y lo que no era, más que lo
que sí, y temí morir. «Sin amor –me dije–, moriré»; pero un poco de aquel amor
que tuve –amor a Dios, a las cosas pequeñas que Él alienta, a la belleza…– un poco sólo,
sostuvo la mirada al ángel terrible del libro y lo venció, sin ira. Con paz. Entonces
el libro, dándome la espalda, con una sonrisa, dijo: «Volveré»; y, por si acaso
me volvía el sueño del libro de mirada de ángel terrible que me ha leído, he
estado esperando toda la noche hasta esta mañana, que, despierto, he respirado,
y me he dicho: «Dios, en los sueños, te lee», preparándome, Diario, por si esta noche
próxima vuelve y me examina, deletreándome por dentro y leyéndome en clave de
amor, el Amor que Dios – y la vida– son (12:11:51).
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