23 de noviembre de 2022. Miércoles.
PERDIDO Y HALLADO
PERDIDO Y HALLADO
-Hay veces que creo no estar y me pierdo. Y, perdido, no me encuentro.
Busco y no doy conmigo: ni en el jardín de abajo donde la araña gigante teje
sus redes, ni en el libro que acabo de cerrar, ni en la pirámide de Keops. En
nada. Busco a tientas, porque todo es oscuridad, o así lo parece. El pájaro que
salta en el jardín no me lleva en su pico, por lo que no me considero parte o
corchea de su canto. No estoy en la cortina que sacudo, ni en el polvillo que
salta de ella. Esta vez no estoy ni en el lápiz, donde viven todas las
historias. Miro, y no estoy en la carpeta, ni en el cortaplumas, ni en el
altavoz del compacto. ¡Ni en el espejo! Y doy mi palabra de que no soy vampiro.
No estoy en la luz; es decir, en sus ondas electromagnéticas. Podría estar en
la teoría de la relatividad, pero Einstein me ha dejado sin espacio y el tiempo
no me llega. Ya no sé dónde buscar, y no sé qué hacer perdido. «¿Y si estuviera
en mi Diario?», me digo. Miro, ¡y, efectivamente, ahí estoy, en ti, Diario!, al
que le cuento el día a día de mi longeva vejez, cuando rezo y cuando sueño,
cuando vivo la alegría de existir y a veces la tristeza de tener que morir, y,
sobre todo, el gozo de estar en Dios, al que creo amar y me doy a Él en todo,
también en mis defectos, que Él borra y pone en ellos el temblor de su gracia,
como un ascua que no se apaga y con solo un soplo vuelve a encenderse (12:30:00).