9 de diciembre de 2022. Viernes.
LA COPA DE LA BURLA
LA COPA DE LA BURLA
-¿La mujer es don, gracia, lugar de vida, o simplemente objeto? ¿O llama que atrae a los insectos, para chamuscarlos y luego extinguirse? Para mí la mujer (pido perdón al feminismo) es don, gracia y lugar de vida; nunca objeto. Y centelleo, quizá, que ilumina y reconforta, y deleita, sin chamuscar. Pero hay veces que la mujer misma se hace objeto; es decir, cosa que vende, o que se vende, como prima de riesgo. Y el feminismo no dice nada: carga con esta profanidad de la mujer en el mercado persa de la oferta y la demanda, sin un mal velo que lo tape o disimule, y con toda la arrogancia y perversidad del mercado. El ojo clínico del tasador justiprecia la mercancía y la compra, o la vende. Y no es ya el antro –que tampoco–, sino la élite: «las mujeres más bellas muestran sus encantos», leía en una nota de prensa, sobre el contenido de un famoso calendario. Tal vez se trate de aquel paganismo laico del que, al tratar de la mujer actual, escribía Umbral: paganismo «que sólo encuentra espacio en los desfiles, en las playas nudistas, y en la que pasa por la calle», y en los calendarios para espacios de humos o talleres grasientos. Y la mujer, así, no es más que objeto vendible, por un precio. Y si se pone precio a la mujer, mal asunto, pues todo es entonces feminismo profano, fanatismo mercantil, o champán convertido en burbujas, que se desbordan luego por el borde de la copa, ebria, sin contención. Hervor ficticio y espuma en el borde de la copa de la burla y la indignidad, para oprobio de la mujer, y de los mercaderes. Pese a todo, yo apuesto, Diario, por la mujer don, gracia, lugar de vida; dejando que se me llene, así, la apuesta (y la boca) de belleza material y espiritual (17:44:50).