23 de agosto de 2014. Sábado.
LICENCIADOS EN
BANALIDAD
¿Nudo gordiano?, en el jardín. F: FotVi |
-No sé a dónde vamos; pero sí dónde estamos. Estamos ilesos de sabiduría
y licenciados, por lo menos, en banalidad y déjeme usted en paz que estoy
tratando de dar una cabeza, es la hora de la siesta. Europa y el mundo
occidental, sesteando. Mientras otros afilan los cuchillos, y los califatos. Alianza
de civilizaciones, se dijo un día, como si alguien pudiera firmar un acta en
nombre de esta o aquella civilización. ¿Y qué es civilización, y qué es una
alianza? Descríbeme qué es una cerilla, y por qué al rozarla violentamente
sobre una superficie áspera, escabrosa, y, mientras es destruida, se hace luz,
claridad, llama de colores de pequeño sol poniente. Una cerilla es…; una
civilización es… Lo tengo en la punta de la lengua, ahí, donde saltan los
sonidos y se hacen palabras, pero no me sale. Tengo pasmada la respuesta en la
punta de la lengua. Lo que en un sitio llamamos civilización, en otro puede ser
barbarie; o al revés. ¿Qué es más bárbaro, matar con el ave voladora de un
cohete en este nuestro mundo más próximo (Gaza, Israel, Siria, Ucrania, Irak…) o
con el aguijón envenenado de una cerbatana en la umbrosa Amazonía? Los cohetes
matan en racimo; la cerbatana de un modo individual y certero en el gollete
(casi nunca -o nunca- de un niño). La muerte, sin embargo, es la misma; es
quedarse sin más en el pasmo de no saber jamás qué ha pasado. De pronto, sin
aliento, sin conciencia, viajando por el confín sin fin de la nada, o
accediendo con asombro a la eternidad, que, según creencias, es esto o lo otro,
hasta dar tal vez con el cielo de Dios, donde quizá bullan ángeles alegrando
con arpas de diez cuerdas y fugas de Bach la gloria de Dios y sus invitados. El
cielo, o vestirse de blanco y estar siempre en fiesta de primera comunión; es
decir, cubrirse de amor sin preguntarse qué es y evitar así que te haga témpano
o atabal el frío de la nada. ¡Qué ingenuidad! ¿Eh? Pero así es mejor, porque
vestirse sólo de muerte y de nada da espasmo, si es que la nada permite que en
su helor se pueda sentir nada, ni siquiera a ella misma. Y esto es lo que hay,
Diario: el futuro, neblinoso, puzle de un mundo en ruinas, y el hoy, algo así como
una madeja de vómito desesperado de tragedia griega, con el coro (el pueblo) lamentándose,
pero sin la esperanza del héroe que venga a salvar al coro (19:04:04).
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