28 de agosto de 2014. Jueves.
HASTA MÁS VER
Humilde claridad dorada, en el jardín. F: FotVi |
-Toda despedida es dolorosa y más si se hace sin pañuelo que flamee al
viento y desde una plataforma virtual. Por un tiempo, me despido en mi Web
oficial y en El bosque apócrifo de Mi Diario, del que vengo ocupándome, en
internet, desde el año 2008, todos los días, con la fidelidad, salvo en tiempos
de viaje o fuerza mayor, de los equinoccios o los solsticios; es decir, siempre.
Mi Diario, o ese blog desde el que
salto, tanto en mi Web como en El bosque,
del G+ al Facebook, esos mundos de correrías cibernéticas, de acrobacias
técnicas, que hacen que lo se escribe vaya bastante más allá del libro y de uno
mismo y que salte por los espacios siderales y se haga universal, ensanchando
así las culturas y el modo de acceder a ellas: o, si se quiere, en la reducida
pantalla de un ordenador, la Biblioteca universal y latente de Borges, la de
Babel, con sus veinte anaqueles e infinitas galerías hexagonales, llena de
tomos enigmáticos y de libros impenetrables. Sin embargo, este milagro del
mundo y sus palpitaciones en internet, a la vez que asombra, asusta. Y asusta
precisamente por ser milagro y por abarcar tanto; los milagros primero extreman
la abertura de los ojos, sus rendijas luminosas, extasían, oiga, los abren como
platos, para luego caer en el susto y el pánico, en los miedos que da el poder.
Siete años, pues, alimentando, lactando, mimando Mi Diario, diciéndole lo que sentía, mis pensamientos, mis dudas,
mis afirmaciones, lo que creía creer (mi fe en Dios, en la Bienaventuranza y
buena noticia del Evangelio, en Jesús de Nazaret, en la persona humana aún
salvable, en la Tierra como hallazgo maternal, en la luz, en la oscuridad para
sentir más la claridad…), lo que me disgustaba (nunca mis fobias: no creo
tenerlas), mis lecturas, todo aquello que ha ido conformando lo que soy; como
digo en mi Web: soy, ante todo, «persona», nada menos, o «un ser libre entre
otros muchos seres libres en abierta complicidad con ellos por vivir y dejar
vivir», y todo desde el don que se me ha dado, el don de ser sacerdote y la
conciencia de habérseme dicho: ama y crea, que es en lo que estoy y lo que he intentado
hacer siempre, a cada instante, con mejor o peor resultado, pero siempre con la
intención del corredor; o sea: llegar a la meta, aunque sea el primero; o, no. Diario,
decirte a ti y a mis lectores (13.563 hasta este momento, ¿muchos, pocos?; pero
en todo caso, 13.563) que me voy; me voy, pero, si Dios y la Virgen Santísima quieren
(enseñanza puntual de mi madre, que nunca olvido, es como un seguro de
esperanza), para volver. Me voy para volver; ah, y volveré cualquier día, y sin
avisar; eso, sí, de un modo intermitente y libre, no obligado, estad atentos. Pues,
hasta más ver, Mi Diario, mis Lectores, y que la belleza y la verdad (y no el
miedo y lo oscuro), nos acompañen siempre (19:53:57).
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