11 de septiembre de 2015. Viernes.
GRAFITIS
Grafiti siniestro, en el jardín. Año 2015. F; FotVi |
-Escribo porque me lo pide la página en blanco; da igual que sea página de
papel o de nieve, o planicie de sal. Escribo. Sin embargo, nunca me atraería en
una pared recién enjalbegada de cal o yeso. El grafiti me mete los dedos en el
ojo y huyo de él como la luciérnaga del día. Cuando contemplo un grafiti,
pienso -ejemplo- en Velázquez, en da Vinci, en Picasso, y se me cruzan las
galaxias estéticas (es un decir) y me nublan la visión, hasta cegarme de
murciélagos-grafitis, tenebrosos, locos, seres nocturnos de forma siniestramente
angulada y de aristas demoníacas. Murciélagos en las paredes, grafitis en La
Meridiana (Diada en Barcelona, gentío, ya nos vamos. No habrá corazón; ni adiós,
sólo irse). Grafitis en Venezuela, murciélagos en las paredes, los jueces del
gobierno de Maduro condenan al opositor Leopoldo López, o justicia para ser
ajusticiada. Grafitis en la paredes, murciélagos por doquier, el papa Francisco
pide paz y los hay que le devuelven guerra. Guerra contra la palabra, morirá la
guerra y quedará la palabra. Promesa: Nunca, Diario, escribiré (emborronaré) un
grafiti (así lo creo) en la pared de mi conciencia, me duelen los murciélagos (19:55:39).
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