26 de septiembre de 2015. Sábado.
JUEGO DE GOLES
Guerra de espinas, en el jardín. Año 2014. F: FotVi |
-Si el Barça y el Real siguen así, voy a desear que Cataluña no se vaya (del
resto) de España. (4-1 y 1-2, tercamente). Una hecatombe para unos y un elixir (o
ambrosía) para otros. La hecatombe y el elixir de los goles. Y, en el ínterin
(no es pedantería), el simbólico episodio de la guerra de las banderas en el balcón
del Ayuntamiento Colau de la capital catalana. Juego de goles (fútbol) y guerra
de banderas (politiquismo). Pero, al final (y si Dios no lo remedia), fuego de
tronos. Fuego que siempre incendia a los más débiles y que, ante la hoguera, hace
tañer el arpa la insensibilidad del poderoso. Nerón. Poder y guerra (aunque sea
guerra de banderas) se alían, se confabulan, se reparten el botín, al amparo de
las ideologías. Las ideologías -así como la mala religión- son el arte de
despistar a crédulos o confiados, e instruirlos en la ignorancia. Cuando
alguien me habla en nombre de Dios, cojo a Dios y lo coloco en el lugar del
parlante a ver si me suena a palabra de Dios (en sus actos) lo que el hablador
dice, y si no me suena, aparto el oído y dejo de oír, sacudiéndome las manos,
gesto de la inocencia. Igual me sucede con las ideologías: oigo y comparo lo
que dice (el ideólogo) con el cómo vive (el ideólogo), y, si no coinciden
palabra y obra, abandono, me voy con la música de mi libertad a otra parte. Mi
libertad, tan valiosa como la luz o el aire que respiro; don que se me ha dado (Dios,
soy creyente) y que yo vivo y defiendo, latiéndolo; a cada instante. 4-1 y 1-2,
tercamente, Diario, pero sin guerra, sólo juego de goles (10:50:46).
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