7 de septiembre de 2015. Lunes.
AMOR
ENDIABLADO
Siempre el más allá. Mar Menor. San Pedro del Pinatar. Año 2013. F: FotVi |
-Ahora, cuando
me viene la palabra nacionalista a la boca, con perdón, la escupo como hueso de
aceituna. Tras voltearla mil veces, la escupo por insípida y aburrida, por estéril
ya. Consumida su masa aceitosa, apetece echarla fuera de la boca, cansa e
impide la buena dicción, y hasta puede causar ahogo. Y ocupa además la lengua, que
es la que hace posible tallar palabras, hacer que aleteen las alondras (las
palabras) del diccionario y se hagan vocabulario, sintaxis, lectura,
comunicación, comunión de ideas. El mito
de Narciso, que es hermoso por el amor de Eco hacia el joven nacionalista (o el
joven que se miraba el ombligo), es también cruel, porque acaba en muertes. Muere
Eco, la ninfa (o el ideal que se evapora), consumida de vejez y añoranzas en
una cueva, y también muere Narciso, ahogado en las aguas de la fuente de su
vanidad, a la que, seducido por el encanto de su propia imagen, se lanza, sin calibrar
las consecuencias. El amor se endiabla cuando es amor que se da uno a sí mismo;
el egoísmo es, pues, amor endiablado, con diablos menores, sin embargo, que a
lo sumo pueden llevar al infierno del ridículo, esa cosa que te hace aparecer
como tonto y apaleado. El egoísmo cierra vuelos e ilumina ombligos, donde andan
la estrechez y los ahogos. (Ombligo, o esa rara y perturbadora abertura sin
salida. Umbral). Los nacionalismos (ombligos sin salida), por estancamiento de
sus aguas y el pudrimiento que les sobreviene, suelen envilecerse a sí mismos;
sin un hilo de montaña que le llegue hecho agua, caudal, emoción, himno, advenimiento,
el nacionalismo (charco cerrado) se infecta y muere, apestando. Dios es Dios, Diario,
porque es extenso, cruz abierta, profundidad, altura, vuelo y pisada, y cercano
amor a toda hora; razón por la que pongo en él mi fe y mi patria, y le doy la
mano, y lo llamo amigo, y me gusta pisar donde él pisa, para poder así ir más
allá de cualquier horizonte, y sentir lo lejano, el allí de lo infinito, donde la
diafanidad (19:01:27).
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