6 de septiembre de 2015. Domingo.
HORA DE
ESPERAR
Música de arpas, en el jardín. F: FotVi |
-Ayer, día gris, en el cielo y en los colores, y en las veletas de las
iglesias. (¿También en las conciencias? ¡Tanto drama!) Los vientos de levante
traían grises y frías sus crines, hasta aliviar el calor del verano. Daban en
los árboles, en las esquinas, en las nubes, vistiéndolo todo con un inquietante
y bello atavío de cenizas, cenizas que, en ocasiones, anuncian la lluvia. Las
nubes andaban revueltas, enlutadas, y se perseguían. Hasta que ha sido, ha
habido lluvia, y en abundancia, anoche. Noche, pues, de música de arpas. Concierto
de agua para la tierra reseca, quemada, postrada por el verano. Este domingo, en
mi vida -y quizá también en la de otros-, ha habido lluvia, y Dios. Dios en
descensión con la lluvia. Y, ante tanta tragedia -me he dicho-, la esperanza. Mi
esperanza; con la tuya, acaso. Porque como soñó el poeta, y a pesar de todo, Diario:
«Es la hora de esperar en la esperanza». Aún (19:49:47).
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