23 de junio de 2014. Lunes.
DON QUE LLEGA
Don de vida, y muerte, en el jardín. F: FotVi |
-La muerte, diría yo, es un don que llega; don envuelto en tragedia,
desde luego, pero don. Para el creyente, se muere una vez y se vive siempre. Para
el que sólo cree lo que toca (o con la razón o con los dedos, como aquel Tomás
del evangelio), se vive una vez y se muere siempre. El creyente no dice ha
muerto un amigo; sino, se ha dormido un amigo. De la dormición, incluidos sus
sueños, se despierta; pero de la muerte, una vez alcanzada, y como del infierno
de Dante, no se retorna; una vez que se llega a ella, se «abandona toda
esperanza». Yo prefiero la dormición a la muerte. Ayer, en Pliego, falleció un
amigo. (¿Puedo decir, sin embargo, y sin que parezca pedantería: ayer, en
Pliego, se durmió un amigo?) Pues lo digo: Ayer, en Pliego, se durmió un amigo;
y, además, como creyente que era, y soy, añado que se durmió en el Señor. Él,
que era un señor, se durmió en el Señor; y dormido, para despertar. Llegado yo
a Pliego con 23 años, él, Enrique, me ayudó a crecer como persona y como cura, ya
que, debido a la edad, me creía llamado a conquistar el mundo y ponerlo en el
ámbito de Dios, sin bálsamos ni componendas, a lo profeta coraje. Yo pretendía
conquistar y él me apaciguaba: siempre las conquistas, me venía a decir, son
más lentas que los sueños; pero no está de más soñar para que alguno de estos
sueños llegue a buen fin. Él me ayudó en cualquier actividad que hilaba con
sueños, y que a veces salían y que eran impulso para poner en marcha otras nuevas
tareas. En aquel tiempo, finales de los 50 y principio de los 60, montamos una
emisora (Onda Azul, Radio Juventud de Pliego), se hizo teatro, hubo juventud
que rezaba, en la Acción Católica surgían proyectos que luego eran vida para la
Parroquia, y Enrique, mi amigo, intervenía en todo ilusionado. Ahora, desde
ayer, descansa en el Señor. Toda vida, aun la más longeva, acaba por parecernos
corta, porque acaba. «Todo hombre pasa como una sombra», señala el salmista;
pasa el hombre, pero no sus obras. Y de Enrique, Diario, quedan sus obras; y,
como obra suya, hasta la letra del himno de Pliego queda, pues además de buena
persona era poeta. Descanse en paz (21:37:58).