20 de mayo de 2014. Viernes.
DONDE DIOS
ABUNDA
Fragilidad, o paz y belleza, en el jardín. F: FotVi |
-Estos días el Papa Francisco ha estado de viaje; a este viajar del Papa
lo llaman peregrinación. Peregrinar, o entender que la vida, desde la fe, es un
camino que se va haciendo hasta dar con la certeza del hallazgo final de Dios. Se
hace camino al andar, también en la fe. Siempre en la fe, y en su más allá,
está Dios; hasta que la fe (o la duda) acaban por ser certeza; hasta el «cara a
cara» último con Dios, que dirá San Pablo, la fe es el hábitat natural de Dios.
En la fe, en el don que es, está y se vive a Dios. El Papa, pues, ha
peregrinado movido y guiado por la fe. Peregrinar, que también acoge el
significado de andar por tierras extrañas; y tan extrañas en este caso:
Jordania, Enclaves Palestinos, Israel, tres países que se sobreviven a sí
mismos, con la ira y la acometida a flor de piel. De vez en vez se hacen la
guerra, para recordar lo mucho que cuesta la paz. Jordania se calmó y va
viviendo con orgullosa dignidad su pobreza actual y su esplendor histórico. En
ella se asientan Jerash (la Gerasa del tiempo de Jesús y antigua ciudad de la
Decápolis) y Petra, ciudades en ruinas pero que en su contemplación se avivan
los sueños y el asombro épico de lo que fueron; en la Gerasa romana y en la
Petra de los Nabateos se levantan aún destellos antiguos de su pompa y brillo,
de su esbeltez intelectual y artística de entonces. Jordania, Enclaves
Palestinos e Israel son, pues, tres países vecinos que se soportan, se sufren
hasta el odio, y no dan tregua a su afán por aparecer como tribus beligerantes y
no como pueblos civilizados, que lo son. El Papa ha pedido la paz; el Papa ha
abrazado en paz; el Papa ha rezado en el Muro de las Lamentaciones ofreciendo,
como resultado del rezo de las tres etnias, la paz. Dios es paz y no puede
haber desafíos a causa de Dios. Dios no está en las espadas; Dios, por ejemplo,
está en la mirada de un niño, o en un pedazo de pan que se comparte, o, como
diría Isaías, en el arado que le ha tomado la vez a la espada. Es uno de los
signos que daba el profeta para señalar los tiempos del Mesías: «De las espadas
forjarán arados, de las lanzas, podaderas», decía. Pero la paz es el resultado
de la justicia, y si hay murallones que encierran y excluyen, y armas procaces
que destruyen y matan, ay, la paz será imposible, porque los murallones y el
ruido de las armas impiden las palabras y las manos tendidas, y, sin palabras y
sin manos tendidas, no hay justicia. «Construir la paz es difícil, pero vivir
sin ella es un tormento», ha indicado el Papa en su viaje; es decir, construir
la paz con lo que cada uno pueda aportar desde el corazón. Paz que siempre será
un poco de fragilidad (no debilidad)
en las actitudes, y otro poco de aliento de bondad y renuncia llegado del espíritu;
el espíritu, donde Dios abunda, Diario (19:55:19).
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