26 de mayo de 2014. Lunes.
NUBE
Sobre una nube de seda, en el jardín. F: FotVi |
-Lunes, y resaca. La ola de cosas, de sucesos últimos, retrocede,
mientras el tiempo avanza. En las Elecciones Europeas, los mismos fantasmas de
siempre con otros collares, y algún que otro invitado de piedra: algún salva
patrias. Al fin, todos espectros. El madridismo, sin embargo (lo siento por los
atléticos, cómo han vibrado, grande Atlético), con su Décima Copa de Europa, lo
menos espectral de todo, por ser una realidad más tangible, más lógica y no
engañosa: una afición y uno colores, y un sentimiento. Alárguese esta
consideración a otros clubes, no ya de fútbol, sino de gentes con afán renovador
de cosas que alienten y den vida al espíritu. Como un club poético, o un club que
incite a la justicia y erradique la demagogia, o un club de amistades y no de antipatías,
o un club de ilusos que cuenten estrellas o le pongan nombre a las nubes, como
a aquella que intentaba vender la niña del cuento de Elena Poniatowska y que ella
llamaba de un modo infantil, pero eminente y soñador, simplemente Nube. Decía Nube y miraba al cielo. ¿Qué nombre le pondrías tú a esa nube? Prefiero
como alivio para el alma una nube o un balón, que pueden ser quimeras y aun poesía,
a una hilera de procaces embaucadores vendiéndonos la mentira o el bálsamo de
Fierabrás como remedios de nada. ¿Elecciones o fútbol? Me quedo, Diario, con el
fútbol por ser algo que no incita a la arcada; es decir, a la arcada que
precede al vómito (19:42:58).
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