16 de enero de 2015. Viernes.
CICLONES
Paloma de paz, en el parque. F: FotVi |
-Vivimos tiempos de anticiclón meteorológico y de ciclones ideológicos y
confesionales. Un ciclón político y religioso, la yihad; otro ciclón, sólo
religioso (o con un tanto de sal política, para dar sabor, quizá a la trama), el
papa Francisco. El ciclón yihadista, tormentoso y maligno, cruel, guerrero, de
machete y sangre arrastrada en el suelo y volteada a las paredes; el otro
ciclón, Francisco, pacífico e inerme, de mano y conceptos extendidos, palabra
ante todo, o armonización y acorde, en la palabra. Acorde, de acordar, por el
diálogo; pues en el diálogo se suele llegar a acuerdos; se suele hacer acorde. Aunque
dialogar siempre es y será o un «ganar perdiendo»; o un «perder ganando». En
todo diálogo se suelen perder palabras y ganar, quizá, miradas, y también (aunque
haya miles de palomas volando en la incertidumbre de la guerra y la cólera) una
paloma de la paz, en la mano. Quizá. ¡El zureo de una paloma de paz en la mano;
hermoso! Y soltar luego la paloma y que, volando, extienda la paz, como lluvia
y sol benéficos, para colmar un paraíso. No lluvia torrencial ni sol de
justicia, sino, por bonancibles y versallescos, benéficos ambos. No creo en
nada por lo que (obligado) tenga que matar o morir; la muerte mata sola, sin mi
ayuda; y yo me voy muriendo solo, sin otra ayuda que la del tiempo que pasa,
aunque como diría Octavio Paz, el tiempo «no fue, no llegó a ser, no será
nunca». La muerte no está en el tiempo, sino que va con nosotros. Por eso, ¿por
qué adelantarla? Nosotros mismos la conducimos a nuestro propio fin. Hoy el
anticiclón meteorológico se ha moderado y ha dejado escapar unas gotas de
lluvia; el ciclón yihadista, sin embargo, sigue matando o intentándolo, y el
otro, el ciclón Francisco, sigue soltando, por allá por donde pasa, palomas de paz (en las palabras), Diario; la palabra, esa lluvia, que, caída, fecunda y nunca
mata, y siempre vuelve lluvia otra vez sagrada (18:47:45).