29 de marzo de 2016.
Martes.
MI
JOYA
Joya vegetal, en Las Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi |
-A veces se destrozan joyas, que sólo lo son por su
valor sentimental. El sentimiento, o el alma en estado afectivo. Esta mañana,
durante el afeitado ante el espejo, y en caída libre de dos metros, se me ha
roto una joya. Pequeña joya, o maravillosa certeza y cosa sin apariencia, pero
valiosa. Modesta cosa parlanchina, en todo caso. ¡Plaf!, y se ha esparcido por
el suelo hecha añicos. Y ha callado, para siempre. Por pudor, no he llorado, el
espejo me miraba. Los espejos miran y descorren la cortina de aquello que no te
apetece ver de ti. Decía Borges en un bello endecasílabo: «Estoy solo y no hay
nadie en el espejo». El espejo y yo sabemos cosas, que yo he olvidado, pero no
él. De vez en cuando, cuando no sé a quién hablar -la soledad-, lo hago con él,
y charlamos, pero sólo alguna vez me dice lo que me gustaría oír; las más de
las veces, me habla de años, de vejez, de añoranzas. Y hasta él se ruboriza por
su sinceridad. Esta mañana, y después de treinta años de servicio, se me ha roto
-a mí que casi nunca rompo un plato- la humilde, discreta y sabia radio
transistor Sony, mi joya. Esparcidos por el suelo, Diario, sus restos de hermosa y locuaz confidente, llorosos (22:04:27).