En Las Palmas, no se me permitió entrar en esta página de El bosque apócrifo, por lo que no pude alimentar a mi Diario. Ahora lo hago: aquí revelo lo poco que fui capaz de escribir, como un signo de mi buena voluntad de estar con mis lectores.
8 de octubre de
2017. Domingo.
DÍA
FELIZ
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Tocaba la bendición, en La Isleta, Las Palmas. Gran Canaria. F: FotVi |
-En
Las Palmas de Gran Canaria; y Candela, como sol que alumbra sin dañar la vista,
incitando a la alegría. Con ella, todo el día se hace un gorjeo de palomas. Comimos
fuera, en la Isleta, y el mar se hacía espuma a mis pies; y no era un sueño,
Diario, yo sentía que me tocaba la bendición (19:58:39).
11 de octubre de
2017. Miércoles.
TIEMPOS
OSCUROS
-Llegaba a Canarias y se
me cerraba el cielo: de nubes ligeras. El avión patinaba en las nubes y bajaba,
solemne, camino de posarse en tierra. Volábamos sobre el mar, y la gran paloma de
metal, al descender, crujía por todas partes, como un esqueleto de dinosaurio derribado.
Hasta que, con un golpe seco, se posó en el suelo, abriendo más las alas y los
ruidos, y la respiración contenida delos viajeros. Bajamos del gran volador, y
salimos a la fiesta de los besos y los abrazos. A las afueras, me esperaban mis
familiares, con Candela de recepcionista oficial y tierna, con dos besos y un
esconder la cabeza como de pudor, que rescato con otro beso y la alegría de
abrazarla. Mientras, en la Península, o sea, en España, sigue la farsa de los
muñecos rebeldes. O los polichinelas de la independencia catalana. Como diría
Chesterton, estamos en tiempos oscuros, como aquellos del medievo, en los que
se nos aparece un árbol carnívoro, devorador de pájaros azules, y que, en la
primavera, en vez de hojas, da plumas también azules. Y comenta Chesterton que
«el espíritu de la bestia venció al espíritu del árbol». Y es que el árbol desoyó
el consejo que le diera el ermitaño Securis, «no imitar de los animales sino el
movimiento, no la voracidad ni la destrución». Voracidad y destrucción es lo
que ofrecen los dirigentes catalanes; no son un árbol que camine pacíficamente con
otros árboles, sino un árbol que devora pájaros para más parecerse a la vacada a
la que conduce. Devora pájaros y, en primavera, en vez de hojas, dará plumas.
No corcheas y semicorcheas, como en una viñeta de Mena de hace años, en ABC. El
jardinero no recogerá hojas caídas del árbol, sino plumas azules de ave zancuda,
belicosa. En Las Palmas, donde lucen banderas rojo y gualda en los balcones,
espero con ansia blanca, Diario, que se arregle este desaguisado que han
montado Puigdemont y sus corifeos, para que vuelva el árbol a la paz del
bosque, y, en la próxima primavera, nazcan de sus ramas hojas y no plumas de
pájaro ensangrentadas, manchadas de indignidad y tragedia (12:07:04).