5 de agosto de
2018. Domingo.
RESURRECCIÓN
MORAL
Siempre hay una puerta que abrir, en Vilna, Lituania. F: FotVi |
-Una
buena y regocijante noticia: se le da muerte a la pena de muerte en el
catecismo cristiano. En razón de la dignidad de la persona humana, es decapitada,
fulminada, la pena de muerte, pues, según el papa Francisco, es esta «una
medida deshumana, que humilla». Es la alegría de una resurrección moral de la
iglesia: porque la vida es vida desde el embrión más indefenso hasta la vejez
más quebrada. Ni aborto ni eutanasia, vida. Nadie es quien para arrebatar este don
de la vida a otro ser, ni rey ni ley. No hay ideología, filosofía, religión, que
pueda más que la vida, que se lo digan si no al óvulo fecundado o al grano de
trigo que cae en tierra y luego iluminan el paisaje con la espiga y los ojos
del niño que contemplan absortos el campo dorado. Y, aunque Horacio, el gran
poeta latino, nos invita a pensar en «que cada día que vivimos puede ser el último»,
yo, por el contrario, imagino, Diario, que cada día que vivo es el primero y que
hay que vivirlo intensa y amorosamente, con furia, y con la sorpresa (Rabindranath
Tagore) de saber que aún sigo existiendo, o el asombro (fascinación), de vivir (18:53:37).