16 de abril de 2020. Jueves.
EL HADA BUENA
El hada buena, entre flores. Pamukkale. Turquía. |
-Esta mañana –la 33 desde el confinamiento, ¡treinta y tres ya, Señor!– nos
ha deparado un sol como una patena de oro, espléndido, deslizándose por una pista
azul, que al poco se ha cubierto de nubes, velándose así ese azul de vestido de
hada buena con que había abierto el día. Es decir, día de luz y tristeza, todo hecho
manojo y gavilla, como la vida misma. La luz está en las personas que, al mirar,
encienden la claridad, los samaritanos del bien, y las otras, las que, al
andar, van dejando tras de sí un reguero de maldad, un excrecencia de gusanos. Ejemplo:
el caso de la ginecóloga Silvana Bonino en Barcelona, que, al ir a coger el
coche para incorporarse a su trabajo, encuentra una pintada en un lateral del
mismo: «RATA CONTAGIOSA», y las ruedas pinchadas. Lo positivo: el de la misma
Silvana Bonino, ginecóloga, que, jugándose cada día la vida, atiende a sus
pacientes, dejando a sus hijos con su marido en casa. Lo deja todo por servir a
los demás. El día, pues, se ha vestido de condición humana; es decir, un día de risa y llanto, de sufrir e
irritase, y de aplaudir, como hacen los humanos llenos de humanidad desde el balcón de su corazón. Y
rezar, Diario, que también, para que el virus no nos mate también la esperanza; la esperanza
que se fortalece con la fe y el amor, y la misericordia (12:41:18).