14 de marzo de 2021. Domingo.
GAJOS DE NARANJA
GAJOS DE NARANJA
-Hoy hace un año en que el virus se convirtió en el señor coronado del mundo. Un señor maligno, casposo,
que, con sigilo y malas artes, ha ido destruyendo vidas y amargando alegrías. Limones
en la boca, y su jugo, en el corazón. El desierto ha entrado en las ciudades,
que las ha llenado de arena y alacranes, y de soledad obediente y con
mascarilla. Ya no hay besos, se han desliado los abrazos, se han esfumado las
caricias. Los signos del amor ya no cercan ni alumbran nuestras vidas, todos
son letras rotas, manjares prohibidos. Solo los niños siguen dando, en sus
ojos, razones para la esperanza. En los ojos de los niños se refleja el agua pura
de la verdad, su bello fluir por entre el pedregal y la ciénaga de las pasiones
torcidas de la sociedad mayor, tan irregular y tan envilecida, a veces, por la
mentira. Hoy es día para reflexionar y ponernos a la altura de los niños, que
miran absortos el devenir de sus mayores, sus argucias y sus malintencionados
afanes. ¿Recuerdan cuando desde el poder, al principio, se dijo que todo esto,
lo del virus malo y avieso, duraría 15 días? Ya van 100.000 muertos, y la
alimaña continúa con sus pisadas de bestia salvaje, airada, enferma de odio. La
culebra es ovillo de ruina y trampa en la lengua del político. Pero como dice San Pablo en su
Carta a los Efesios: «la inmensa riqueza de la gracia de Dios» nos escolta y,
en la fe, nos anuncia la salvación. Yo sigo creyendo en las profecías y en
Jesús, por el que nos viene, sosegada, aunque en torrente, la salvación. Los
limones en la boca se convierten así, Diario, en gajos de naranja y en bocados
de luz para la felicidad, que nos sigue llegando, como la claridad, de lo alto (12:18:08).