20 de mayo de 2021. Jueves.
ÉXTASIS DEL PAISAJE
ÉXTASIS DEL PAISAJE
-Ayer tarde paseaba yo por el jardín en la Casa Sacerdotal. De pronto,
me encontré como circundado de armonía. Cada nota del gran musical que es el
universo, estaba en su sitio. El cielo pintado de azul y de vencejos; las
palomas y sus zureos, y el chipchiu –pío– del gorrión; la monótona, pero pulcra,
serenata del mirlo, y un reguero de hormigas trasladando briznas a su hogar. El
olivo, la yedra, el rosal, todo dentro de un perfecto y magistral orden. Me conmovía verme
en este mundo de acorde, de bella escritura, de éxtasis del paisaje. Tanto que
levantaba los ojos y dejaba en el aire palabras de gratitud a Dios. Hasta que,
de pronto, me di con la fealdad y la ruina, la merma, el deterioro: bajo un
olivo, los restos –unas plumas ensangrentadas– de un mirlo destrozado. Venganza
o necesidad de alimento de un felino. Esos restos de mirlo, me trajeron a la
mente el drama humano de cada día, las ausencias de amistad y empatía en las
personas, las lanzadas de injusticia e infamia contra el prójimo, la desolación
de la pandemia. Y entonces mi oración de alabanza, Diario, se convirtió en
plegaria de ruego, de petición. Puse a Dios en mi boca y en los problemas del
mundo, como un alimento de confianza, como una biblia de luz que brotara de mi interior
y hablara en mis palabras, poniendo gracia donde desaliento, salvándome de la postración y la incertidumbre. Protegiéndome, así, de mí mismo (12:59:46).