24 de abril de 2021. Sábado.
EVANGELIO DEL AMOR
EVANGELIO DEL AMOR
-Miro al cielo y un silencio negro lo cruza veloz, y, como todo
silencio, no deja señal de su paso. Es la flecha de un vencejo, lanzada por la
mano invisible y tenaz de la naturaleza, tan creativa y eficaz diseñadora de
formas y vidas abstractas, surrealistas, bellamente innovadoras. Las rosas que
ayer fotografié en el jardín, atractivas y lozanas, ya hoy están mustias y casi
podridas. Hasta en el momento de la muerte, la naturaleza sigue siendo desgarradoramente
incierta y original. Cambia las formas, cambia la belleza. La sabiduría nos advierte: «Vanidad de vanidades». Todo es vanidad. Luego miro la prensa, y
determinadas noticias te dejan el frío en el alma. La insolidaridad y el olvido
se dan la mano. Leo: «Infierno en La Guajira (Colombia): la miseria del otro
exilio venezolano». En La Guajira se malvive, la miseria se ha hecha crónica,
sin esperanza de otros vuelos. Niños, adultos, ancianos andan perdidos buscando
algo que echarse a la boca en basureros de inmundicia y lamento. Lo mismo en
Lesbos, la isla griega de la migración: exilio allí tirado como un cargamento
de desechos humanos. Donde llora, sin ser oída, la pobreza, sin una mano amiga
que enjugue sus lágrimas, que le preste –por favor– una sonrisa de acogida y humanidad.
No nos gusta llorar, y «olvidamos la experiencia del llanto… Hemos llegado a la
globalización de la indiferencia». (Papa Francisco). Pidamos a Dios, Diario,
que nos dé el poder saber llorar el llanto de los que lloran, el clamor de
los que claman, la angustia de los angustiados, el dolor del dolorido, y así
hacer visible, vibrante, el evangelio –«cuanto hicisteis a uno de estos mis
pequeños, a mí me lo hicisteis»– del Amor (12:30:41).
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