14 de mayo de 2021. Viernes.
PLUMA DE PALOMA
PLUMA DE PALOMA
-Veo una paloma posada en mi balcón, zurea. Al verme, se echa a volar, con
nerviosismo de perseguida, acelerada. Las palomas son aves muy asustadizas y
hay veces que, al huir –como ésta–, dejan una pluma olvidada tras ellas. Miro
la pluma y pienso: «Ya no puedes volar». Con pena. Pero cojo la pluma y la hago
señal de página en un libro. «Volará conmigo, en mis lecturas», me digo. Leeré
a Borges, y la pluma, conmigo, verá que el mundo es una inmensa biblioteca
donde habitan la sabiduría, y la hediondez, y la maldad. Leeré la Biblia y la
pluma percibirá cómo Dios me llama: «Hijo», y a ella: «Mi criatura». Una pluma
en el suelo es una posibilidad de vuelo perdida. Pero, conmigo y un libro, puede
seguir en vuelos de fantasía, en vuelos de creación. He visto a un político
cortarse la coleta, es posible que la coleta no tenga recorrido sin el
político. O el político sin la coleta; quién sabe. Es tan difícil y traidor el
hecho de mirarse continuamente en el espejo, que, de mueca en mueca, y a la larga,
siempre te parece que quedas mejor. O peor. Lo que sí me dice la experiencia es
que la coleta no puede ir en un libro como guía de página. A lo mejor en el
Rastro den algo por ella. Como antigualla romántica. Yo, Diario, prefiero la
pluma de paloma; como recuerdo y como fuerza para levantar y elevarme en vuelos,
en los que quizá toque la sencillez, donde suele hallarse la verdad, y, en ella, el Amor. Se trata de volar y buscar, siempre (13:29:36).
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