9 de mayo de 2021. Domingo.
PALABRAS TRISTES
PALABRAS TRISTES
-Hoy, cuando iba a rezar, se me han venido a la boca unas palabras tristes,
perturbadoras, que inquieta decirlas, como si mordieran la lengua, que abrasan.
Son palabras que, al pronunciarlas, al menos a mí, me hacen sentirme culpable. En
una pequeña medida, quizá, pero culpable. Estas palabras son pobreza e injusticia.
Dice Luis Gracieta, teólogo: «La fe tiene que llevarnos a la vida, y la vida a
la celebración». Lo dice –ejemplo– por lo de ir a misa, luego de no haber
saludado al vecino incómodo que te ha salido al paso. En este caso la fe también estará
incómoda en tus rezos, en la gala del alzar el pan con Dios, hecho Cuerpo de
Cristo, convertido en sacramento y fiesta. No podemos dar el salto y pasar de
la fe a la celebración, sin detenernos –«amaos los unos a los otros»– en la
vida. La vida es el llanto y el reír del otro, sus angustias y sus euforias, sus
harapos y sus cosidos, también sus incoherencias. La vida es la India y el
clamor de las hogueras que incineran los cadáveres, y los miedos del padre sin
trabajo, y la cerveza que se bebe sin amigos, en la soledad del vaso y de la
noche. La pobreza y la injusticia son el lado oscuro, sombrío, de la peripecia
humana. Vivir la fe, Diario, es vivir la vida celebrándola con Dios y el
prójimo a tu lado, anticipo de lo que nos espera, de lo que gustaremos en la
apoteosis definitiva con Dios, en la casa del Padre, con abrazo y banquete, «porque
este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado» (13:49:02).
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