18 de junio de 2021. Viernes.
LOS JUEGOS DE LA LUZ
LOS JUEGOS DE LA LUZ
-La luz abre el día; la oscuridad lo cierra. Al despertar, la luz te
habla; te dice: aquí está esto –las zapatillas, la ducha, el cepillo de los
dientes, el desayuno–, y es guía: te encamina al trabajo, al libro, al silencio
de la montaña, al aconteciendo cambiante de la mar. «Geometría del oleaje», lo llama el poeta. El rezo es la otra luz; es luz en la luz. En la oración, la
palabra es la luz del alma en los labios, su centelleo, donde se dice, se
pronuncia, se inicia el vuelo hacia la trascendencia. El beso y el abrazo también
entran en la hoja de ruta de la luz: son signos –dinámicos y lucientes–, de amistad
y de amor. Sin embargo, en la oscuridad, te envuelve el miedo, te asusta: esconde
lo que amas y pone a caminar lo que odias. En la oscuridad todo es indefensión.
Cualquier ruido o traspié, cualquier roce, te lleva al desconcierto, y te hace
tropezar contigo mismo. La luz resume, crea la armonía, adorna; la oscuridad borra
lo creado por la luz. Hasta que vuelve de nuevo la luz y recrea lo ya creado. El
poeta que había en Antonio Gaudí, dijo: “La arquitectura es la ordenación de la
luz; la escultura es el juego de la luz». Y es que el orden que es la luz,
Diario, sólo se puede alentar con los juegos de la luz; es decir, con el arte, con
la palabra – filosofía, narración, poesía–, con Dios, en el que todo se
concentra, alienta y vive. Dijo Louis Pasteur: «Un poco de ciencia –de luz– nos
aparta de Dios. Mucha, sin embargo, nos aproxima» Y añadió: «Son los sabios los
que ciertamente tienen religión» (13:05:34).