23 de septiembre de 2021. Jueves.
SOLIDARIDAD
SOLIDARIDAD
-En la mañana, al despertar, contemplo una mezcla de luz y tristeza, de
destello y grieta, de aleteo y derrota. Como si una paloma, atrapada en el barro,
se debatiera e intentara levantar el vuelo, sin conseguirlo. Me alegra ver la
luz del nuevo día, tocarla, llevármela a los ojos, gozarla en los labios; pero,
al poco, la gota de acíbar, la noticia adversa, hostil, el dolor humano. Ahora
es La Palma, esa isla bellísima, en la que un volcán les está arrebatando lo
que con sudor y lágrimas lograron poner en esas tierras, de maceta, sus gentes.
El plátano, el aguacate, el viñedo, la papaya, cítricos, son fruto de sus manos
hacendosas. Pero, en la desgracia, de pronto, surge la luz, la nota musical que
se hace tema importante en el concierto de la vida: la solidaridad. La
solidaridad es donación de uno mismo, es darse –ojos, manos, corazón– sin
esperar nada a cambio. Es hacerse adversidad en la adversidad, en el llanto, ser
lágrima en el otro, gemido con el gime y encuentro con el que busca. Nota de
acorde en el gran acorde de la generosidad. Con la llegada de la lava en La
Palma, ha brotado el jazmín de la humanidad. La gente ha entendido que, en la
desgracia, se puede ser misericordia, ayuda, consuelo. Ya lo dijo Jesús: el
reino es de los que dan un vaso de agua, o visten al desnudo, o dan posada al
peregrino; cosas pequeñas, Diario, para una recompensa inacabable. Es decir, el
amor del ser humano –solidaridad– cabe en el amor de Dios, como el anillo de
boda –oro seducido– en el dedo de la esposa (12:49:02).