19 de febrero de 2014. Miércoles.
COSAS, CON
MINÚSCULA
Cosas, en el jardín. F: FotVi |
-En esta página, yo podría ser epílogo o coda, y aun eco, de lo que se
dice y se grita, sin apenas entenderse, en tertulias y comités de lo
políticamente correcto, o incorrecto. ¿Escribir sobre Ceuta y Melilla?; ¿sobre
el martirio de 15 subsaharianos, muertos a manos de la injusticia y el egoísmo
del mal llamado primer mundo, o mundo rico, el mundo del euro-dólar-satisfecho,
o del epulón descreído y zafio? ¿Escribo sobre las locuras de Ucrania y de
Siria? ¿Sobre las de Irak o Venezuela? ¿De las cifras del paro?, ¿de los
ataques continuos e incendiarios contra la Iglesia (incendiarios)?, ¿de los Ere
en Andalucía?, ¿o de una ley de decadencia y barbarie, como es la llamada ley del
aborto, etc.? Ya lo hacen las tertulias, esas insensatas representaciones de la
intolerancia y del no dar nunca el brazo a torcer. Unos y otros hacen
barricadas y, parapetados tras ellas, se lanzan sus cerbatanas educadas, a
veces, pero siempre inclementes. Que se habla de esto, los hay de este lado;
que se habla de lo otro, ahí están los del otro lado, embistiéndose todos,
entre exabruptos, resoplos, y desplantes, con el cuerno bovino de la dialéctica;
cuerno que, por arcaico y analfabeto, por tísico de ideas, no es brillante,
pero, si se embarulla y grita, sí es eficaz. Yo escribo de cosas y de Dios; entre
las cosas sobre las que escribo hay veces que cabe la política, o este o aquel
personaje y su sombra (qué sombras más alargadas las de Rubalcaba y Rajoy, es
un decir, y la que nos dejó Zapatero, otro decir), o aquella tragedia y su lado
humano, o el rey y su cohorte, es decir, de cosas, con minúscula; y de Dios, pero
éste, Diario, siempre con mayúscula (20:05:41).