miércoles, 29 de enero de 2014


29 de enero de 2014. Miércoles.

LA FLOR DE ALMENDRO
 
Quebradiza belleza, en el jardín. F: FotVi
 
-Se me aparece el día, parpadeo, y lo bendigo. ¡He despertado!, digo, y, luego del parpadeo, del asombro (signos de admiración), la bendición. La ortografía habla como las palabras, o más. El asombro, como el horror, o el deseo, en la escritura, se hablan, se expresan, con signos de admiración. ¡Ah, el signo de admiración! Y en los signos de admiración queda dicho lo que la escritura no puede decir. Se abren los ojos como platos y, así abiertos, ante el asombro, dicen: ¡Oh!, con más signos de admiración. Y, tras el parpadeo y la bendición, rezo, hago mis abluciones (y la cama), y viajo a Murcia. Y, en el camino, otros signos de admiración para los almendros, ya en flor. Se adelantan al tiempo, y se visten de un esplendor frágil, caedizo, pero sublime. La capilla Sixtina de la naturaleza está en los almendros floridos, en su bellísima presencia casi invisible, por quebradiza. Me digo: el almendro, pincel vegetal de flores, y en éstas que llego a Murcia. Hago mi compra eclesial, y, de vuelta, pienso de los almendros lo que Francisco Umbral de Pepe Hierro, el poeta: que la flor del almendro «es la música asustada» de la naturaleza. Hago una comida frugal y, tras una breve dormición, cojo otra vez el coche, y a San Blas, donde el santo espera ser celebrado, no por su santidad, sino por la santidad de la que lo ha investido Dios. Como Jesús, murió en cruz, cubriéndose así con la vestidura blanca del martirio. Gran chaparrón (de lluvia: ¡pobre flor del almendro!) y vuelta a casa, a contar lo que estoy contando y a leer esta vez a José Emilio Pacheco, muerto hace unos días en olor de poesía. Así dice, así habla, uno de sus poemas titulado Copos de nieve sobre Wivenhoe; dice: «Entrecruzados / caen, / se aglomeran / y un segundo después / se han dispersado. / Caen y dejan caer / a la caída. / Inmateriales / astros / intangibles; / infinitos, / planetas en desplome». Diario, qué belleza, casi tangible, casi como la flor de almendro (20:34:17).

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