12 de febrero de 2014. Miércoles.
PEQUEÑA
LUNA
Pequeña luna, en la noche vegetal. F: Ángel Hosshon |
-Ido el viento, el sol ha sacado sus pinceles y ha ilustrado un día maravilloso.
Azules, verdes, dorados, ocres, grises, blancos… Toda la gama de la vida hecha
luz en el lienzo de la mañana. Y, con la boca abierta, y deslumbrados los ojos
digo ¡qué maravilla!, y Dios me sube de inmediato a los labios, y lo digo también:
¡Dios!, y el día se hace celebración de la belleza, una fiesta de la vida, con
los árboles haciendo autostop para irse de vuelos con los pájaros, o así. Por
otro lado, sigue dando bandazos la España de la mediocridad: Una Infanta sin «paseíllo»
(lean en la prensa lo que esto significa, que es de risa tonta) y se arma la
batalla de las tertulias: la opinión de la izquierda (justiciera) contra la de
la derecha (asustadiza) y todos a una en la cruzada dialéctica de la inanidad. Se
cruzan las palabras, que no dejan oír opinión alguna, sino el oleaje de un mar
embravecido por la estulticia y la intransigencia, y, en ocasiones, por la perfidia.
Y la Infanta, con una sonrisa de comisura a comisura, anduvo un paseíllo de
diez pasos, y no se reía de nada, creo, sino de su destino de ser hija de rey y
carnaza golosa de todo medio de comunicación que se precie. Los sabios e
intachables tertulianos, dando lecciones de todo, también de ignorancia procesal
y judicial, y, en ocasiones, hasta de falta de ética. Pero ahí siguen, día tras
día y noche tras noche, dando la tabarra, exorcizando sin licencia a todo lo
que se les ponga por delante, y aun por detrás. Y esta señora, e Infanta, o lo
que sea, cada vez que salga a la calle hará el paseíllo, y, aunque sea inocente,
habrá quedado condenada de por vida. Con la guillotina puesta de collar para
siempre. La justicia en España se hace en las tertulias y en la calle y no en
los tribunales, que suelen ser insoportablemente lentos, como aquel tren que
iba de Murcia a Caravaca, en aquellos tiempos de mi niñez en Molina, y que
siempre llegaba cuando se había marchado el tiempo; es decir, tarde y a
deshora. Y, entretanto, los científicos en busca de una energía limpia, inagotable
y segura como la de las estrellas. Lo dicen los periódicos. Quizá lo logren; pero
para energía limpia, segura y barata, aunque no inagotable, antes que nada, y con
las estrellas, Diario, fue, y en su humildad de pequeña luna sin pretensiones, la
de la luciérnaga. Por cierto, a la luciérnaga no le ha subido el recibo de la
luz de las eléctricas; suerte (19:45:32).
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