11 de febrero de 2014. Martes.
EL CAOS Y LA
SOSPECHA
¡El paraguas! F: Colin Cramm |
-Noche ventosa y de ruidos extraños, ruidos sobrevenidos a los ruidos
normales de la noche. Yo, en la noche, aunque haya los ruidos propios de la
noche, no siento miedo, pero sí si son ruidos que vienen de fuera de la noche.
El ruido que viene del viento que da en los cristales, sí me da miedo, porque,
al no ser ruido normal de la noche, no sé qué intenciones le mueven al insistir
en los cristales y voltear estridente en los árboles. He visto vientos romper
cristales y llevarse casas enteras; éstas se derrumban y sus restos volaban
como papeles, sin peso, brutalmente. Se fueron casas enteras por el aire y
cayeron pila o montón de cosas más allá; cayeron caos. Luego hay quien llora el
caos y, con la contemplación del caos, despierta sus recuerdos: aquel rincón de
la casa íntimo, la foto perdida, la palabra que alguien dijo en cierta fecha, el
trozo de pan en la mesa, los pasos perdidos en los pasillos, el abrazo, el
sueño del hijo, el beso, la mirada melancólica tras los cristales, el colocar
aquel visillo en la ventana, el espejo, el cajón del escritorio donde las
cartas, el chirriar siniestro a veces de las puertas, el crujido violento y último
cuando todo voló. El caos, como la muerte, despierta recuerdos, y abre las
puertas del miedo o, en todo caso, de la sospecha. Anoche, con el viento chocando
en los cristales y el silencio que quedaba a continuación, sentí miedo; más que
de los ruidos en sí, de los silencios, que es cuando se pasa del miedo a la
sospecha, y es en ésta donde cabe todo, hasta imaginar que pueda haber peligros
acechando al otro lado de lo que se ha oído y ya no se oye. Sospechar el
peligro, tras el silencio que sigue al ruido, es la consecuencia de querer oír lo
que ha provocado el ruido y no lograrlo; de ahí vienen los miedos: se oye algo
y luego deja de oírse, y esto causa inquietud, ansia. Es el miedo. Anoche,
Diario, sentí miedo luego de oír el viento, sus rachas como de cabellera suelta,
y los silencios que lo seguían. Entonces, tapándome la cabeza bajo las sábanas,
y mientras seguían el viento y sus silencios fuera, dije: el miedo es libre, y,
por serlo, tuve más miedo, y pesadillas. Qué hacer (20:35:41).
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