martes, 22 de septiembre de 2015

22 de septiembre de 2015. Martes.
CINISMO

Agradecida a la luz, en el jardín. Año 2014. F: FotVi

-En España -esta dolorida belleza-, hay muchos intelectuales, gracias a Dios. Los hay que son sabios y los hay hinchados; es decir, intelectuales batracio. Los hay que crean y los hay que croan, aunque alguna vez creen. Advertencia: no juzgo, solo describo (con temblor) la realidad de un país en quiebra. Y cuando algo se quiebra, un jarrón chino, un amor, un sueño, solo pueden recogerse a lo sumo los restos; recogerlos y pasearlos por la historia como trofeos de una frustración de amor y de odio, irredenta. La frustración es la esperanza rota, que se desangra en desesperanza. Un manantial de desesperanza que, con afluentes de recelos y vileza, irradia enfrentamiento, y, al final, una huida hacia adelante sin salidas, a la que llaman muerte. Ha resultado ser un intelectual batracio, intumescente, reventón, fatuo (pido perdón a los batracios), un tal Fernando Trueba, aprendiz de brujo de la cinematografía, un John Ford u Orson Welles en ciernes, y caricatura de la educación y la cátedra: el magisterio. Estos intelectuales huecos y apoteósicos, pompa de jabón, no más, no enseñan nada, salvo sus complejos y carencias, sus títulos de necedad apasionada. Si no quieres, no beses la mano que te da; pero no la cortes, al tiempo te quedas con su pan. Cinismo. «Ni cinco minutos de mi vida me he sentido español», ha dicho el Ford Coppola del cine español, Fernando Trueba, sin advertir que mentía. Algo más de cinco minutos se sucedieron (tic, tac, tic, tac, más) en recoger y sentir el latido en sus manos de los 30.000 € del ala voladora de mis impuestos y los tuyos, Diario; bastante más. No sentirte hijo y beber, sin embargo, de la teta materna, extenuada, de sus ubres casi abatidas, es una obscenidad, una pequeñez del tamaño del País de Lilliput, una miniatura de dignidad, un delirio fachendoso, una monserga. Escribe Vargas Llosa: Larsen empujó la puerta de La casa verde. La oscuridad estaba caliente y le dio en la cara. Pues eso; o algo así  (12:37:17).

domingo, 20 de septiembre de 2015

20 de septiembre de 2015. Domingo.
PRIMER ESCALOFRÍO OTOÑAL

Armonía, sobre el agua. Mar Menor. Lopagán. S. P. del Pinatar. F: FotVi

-Hoy, próximo el otoño ya (mi ensueño de todo el año), he buscado un breve rayo de sol y me he abrigado en él. Rezaba y he buscado el sol, en mi primer escalofrío otoñal. El otoño, pues, con más música de invierno ya que de verano, aunque sin herir con fríos punzantes. Y he pensado: otoño, o el equilibrio. Aquí los extremos no se tocan, solo se observan desde lejos, y con un mirar amistoso. El calor extremo pasó; ahora se acerca el bondadoso frío razonable, cuerdo, de estas tierras. En mi vida, solo he visto nevar tres veces, y una en Zakopane, Polonia. Y, mientras nevaba, pasó un tren, llevándose tras su furia de hierro la nieve. Al perderse a lo lejos, dejó un remolino a su espalda. Cuando visité Auschwitz, recordé esta nieve y este tren, y me heló el recuerdo. Hoy, domingo, he rezado por los desplazados de ahora que vienen de la guerra, y que se arraciman en trenes, y, con sus hijos en brazos, sueñan llegar. Es la diferencia entre el ayer y el hoy. Entonces, salvo a la muerte, muy pocas veces se llegaba. Con el viaje en el tren, se moría toda esperanza. Ahora, aunque también hay muerte, prevalece la esperanza. Y una frase bella oída este domingo: «Quien no vive para servir; no sirve para vivir». Como la palabra, que si no dice, y comunica, y crea lazos, y armoniza, no sirve para nada, y acaba por morirse. Servir, para vivir, en dignidad, Diario (19:57:45).

viernes, 18 de septiembre de 2015

18 de septiembre de 2015. Viernes.
YO, NIÑO

El espanto, en la Muralla Púnica. Cartagena. Año 2015. F: FotVi

-Yo, niño, oí: «Levanta el puño y di: ¡Viva la República!», y yo, niño, levanté el puño y dije: «¡Viva la República!», y, como cada mañana, rieron y me dieron palmadas en la espalda, casi hasta abalanzarme al suelo. Reían con dientes negros, aquellos hombres, enormes. En el rostro y en las manos, y en la vestimenta, eran cosas de grasa; salvo en los ojos y en la boca, abiertos como rajas, era como si excretaran grasa. Yo, niño, me dije: «Hombres de grasa», y parecía manchar su aspecto. Habían convertido la iglesia de la Asunción, en Molina, en un informe e inmenso taller mecánico; bajo las bóvedas y macizas columnas, todo era un bosque de motores, y confusión de gente de ida y vuelta, y suciedad. Y había un olor fuerte, picante, como cuando en casa mi madre lanzaba el insecticida aquel con el vaporizador Flit. Salí de la iglesia y fui a casa, donde mi madre hacía pan con cebada y, luego de secadas al sol, con mondas de naranja. Este pan nos iba salvando del hambre. Mi hermana, en la cuna, jugaba con las manos, a nada, ni siquiera jugaba a mirárselas, pues no sabía que eran sus manos. Miraba, sin ver; o quizá viera sombras, quién sabe. Mi padre hacía la guerra de ellos, eso fue lo que me dijo, cuando, con barba y parásitos, volvió de allá. Triste y festivo a la vez, al verme. Casi tres años anduvo fuera, guerreando. Llegué a casa, digo, y, puño en alto, grité: «¡Viva la República!» Mi madre, paralizada, me miró y lloró. Mi hermana Consuelo siguió gorjeando, y jugando a no verse las manos; o quizá, sí; enferma, nunca dijo nada. Y, sin decir nada, murió a los dieciocho años. Ahora la veo ángel. Las guerras, Diario; al fin, todos las lloran, salvo aquéllos que las promueven y crean el espanto (19:55:05).

jueves, 17 de septiembre de 2015

17 de septiembre de 2015. Jueves.
CURA

Dormitando en la fragilidad. Salinas de San Pedro. Año 2013. F: FotVi

-Se me aparece la palabra «cura» en la punta de la lengua y, luego de removerla como una gota de miel en la boca, la digo. (Toda palabra es miel, aunque a veces mal suene: las hay, palabras, malsonantes, que mal suenan, pero se dicen, porque son palabras y están para ser dichas y significar algo, aunque rechinen al oído). Cura. «¡Eres cura!», me advierte el espejo, ante mi asombro; nunca me lo había dicho yo a mí mismo así, a la cara, y mirándome al espejo (del alma). Accedo al significado de la palabra cura, y me sorprende que algo de tan poca apariencia ortográfica como este vocablo de dos sílabas (cura) pueda abarcar tanto. Cura es locución llegada del latín, y puede expresar: asistencia, acogida, solicitud… Y no sólo del alma. El cura medica el alma; pero también el cuerpo. El cura, cura, cultiva, cuida, no culpa (disculpa), cumple…; y, ante todo, «es hombre perdonado», o debilidad ungida, consagrada; y, en todo caso, Diario, siempre será fragilidad amorosamente elegida, y perseguida. Fragilidad (19:39:57).

martes, 15 de septiembre de 2015

15 de septiembre de 2015. Martes.
MI ALMA

Idea desprendida, en el jardín. Año 2015. F: FotVi

-Se me ha aparecido el alma, mi alma, y me ha dicho: «Contigo voy», y la he percibido a mi lado, llevándome del brazo, como la madre a su niño, excitando mi marcha, protegiendo mis cansancios, poniendo ideas ahí donde nacen las palabras para que éstas las digan, para ser envueltas en su luz y ser dichas, para darles paso en su música fonética desde su concepción entrañable a la eclosión expresiva, donde se hacen nombre en las cosas, y diccionario luego, y asombro en el libro, y supremo acontecimiento en la biblioteca. Mi alma, Diario, a mi lado, como el lazarillo que me alienta, y me inspira, y me inmortaliza (19:40:06).

lunes, 14 de septiembre de 2015

14 de septiembre de 2015. Lunes.
EXPANDIRSE

Himno de creación, en el infinito. Año 2015. F: FotVi

-Amo la luz y amo la oscuridad. Amo lo microscópico profundo y lo galáctico inabarcable. Amo el sí y amo el no, si no guerrean. Amo la iluminación incesante que es la razón y el clamor fugaz e insistente de vida que es el latido. Amo el oír, pero más el escuchar. Amo ir, buscar horizontes, y amo estar en el horizonte hallado, encarnarme. Amo al pájaro que hace musical la copa del árbol y amo a la lombriz que oxigena su raíz, otra música. Amo a las madres y amo al manantial que las semeja; madres y manantial fluyen, dan, enriquecen, alumbran. Amo la lectura y amo el silencio, su complemento. Amo el llanto y amo la risa, pero más el llanto, por más interior y humano, y liberador, por esforzado. (El dolor es ascesis, y la ascesis es vencedora de inercias). Amo. ¡Amar! Expandirse. Amo la creación toda, Diario, y a Quien la dijo (20:22:38).

domingo, 13 de septiembre de 2015

13 de septiembre de 2015. Domingo.
ÚLTIMA MIRADA

Grito blanco, en el jardín. Año 2013. F: FotVi

-Cristo y su última mirada, desde la cruz. Mirada entre hilos de sangre, como tras de un cañaveral. Siempre me ha inquietado esa última mirada de Jesús, mirada terriblemente humana y doliente, aunque hermosa. En su mirada, el alma, y el pavor, y la agonía, y la traición, y el «el hágase tu voluntad”, y el desprecio, y la burla; era Dios, pero revestido de humanidad, de miedos. Después de dar su madre a Juan, después de las plegarias, después del perdón y del ahogo, «dio un fuerte grito -dice Marcos- y expiró». Un fuerte grito. ¿Qué es lo que vio? ¿Qué es lo que le aterrorizó más que el frío de la soledad y de la muerte? ¿Qué abyección le entró en el grito y lo dio? Interrogante que a menudo me hago, Diario, y, aunque intento entrar en aquella mirada y ver en ella, desde ella, con ella, no logro hallar respuesta, vislumbrar lo que ella vio: ¿algún otro horror, quizá, que le hizo gritar el grito? (19:09:22).

viernes, 11 de septiembre de 2015

11 de septiembre de 2015. Viernes.
GRAFITIS

Grafiti siniestro, en el jardín. Año 2015. F; FotVi

-Escribo porque me lo pide la página en blanco; da igual que sea página de papel o de nieve, o planicie de sal. Escribo. Sin embargo, nunca me atraería en una pared recién enjalbegada de cal o yeso. El grafiti me mete los dedos en el ojo y huyo de él como la luciérnaga del día. Cuando contemplo un grafiti, pienso -ejemplo- en Velázquez, en da Vinci, en Picasso, y se me cruzan las galaxias estéticas (es un decir) y me nublan la visión, hasta cegarme de murciélagos-grafitis, tenebrosos, locos, seres nocturnos de forma siniestramente angulada y de aristas demoníacas. Murciélagos en las paredes, grafitis en La Meridiana (Diada en Barcelona, gentío, ya nos vamos. No habrá corazón; ni adiós, sólo irse). Grafitis en Venezuela, murciélagos en las paredes, los jueces del gobierno de Maduro condenan al opositor Leopoldo López, o justicia para ser ajusticiada. Grafitis en la paredes, murciélagos por doquier, el papa Francisco pide paz y los hay que le devuelven guerra. Guerra contra la palabra, morirá la guerra y quedará la palabra. Promesa: Nunca, Diario, escribiré (emborronaré) un grafiti (así lo creo) en la pared de mi conciencia, me duelen los murciélagos (19:55:39).

miércoles, 9 de septiembre de 2015

9 de septiembre de 2015. Miércoles.
AZULES

Madre e hijo. Año 1905. Picasso. F: Google

-Pasada la lluvia, vuelven los azules al cielo. O la época azul de Picasso en el ambiente, en la meteorología, y en la melancolía. Ida la lluvia, queda el azul. Desde 1901 a 1904 del siglo pasado, Picasso vio azul el mundo y sus cosas. Ante el suicidio de su amigo -amigo del alma- Carlos Casagemas, así como el sudario que tapa o abriga la muerte se viste de blanco, Picasso vistió de azul su dolor. Si es blanca la muerte, se diría; sea azul el dolor que ella excita, que ella alumbra. Tapar con color de cielo el dolor del alma, no está mal. En la época azul de Picasso, todo es dolor aliviado por el azul. Lección: en tiempos de dolor -nuestros tiempos de ahora-, elevar los ojos y contemplar el cielo, su bóveda azul, su lírica azul, su temblor azul, y, como de lluvia, mojarme de su azul, de su coloración de paz, de su profundidad, de su tono de fe, de su faz de eternidad. Mojarme, Diario; mojarnos de su verdad azul, quizá (20:37:26).

martes, 8 de septiembre de 2015

7 de septiembre de 2015. Lunes.
AMOR ENDIABLADO

Siempre el más allá. Mar Menor. San Pedro del Pinatar. Año 2013. F: FotVi

-Ahora, cuando me viene la palabra nacionalista a la boca, con perdón, la escupo como hueso de aceituna. Tras voltearla mil veces, la escupo por insípida y aburrida, por estéril ya. Consumida su masa aceitosa, apetece echarla fuera de la boca, cansa e impide la buena dicción, y hasta puede causar ahogo. Y ocupa además la lengua, que es la que hace posible tallar palabras, hacer que aleteen las alondras (las palabras) del diccionario y se hagan vocabulario, sintaxis, lectura, comunicación, comunión de ideas. El  mito de Narciso, que es hermoso por el amor de Eco hacia el joven nacionalista (o el joven que se miraba el ombligo), es también cruel, porque acaba en muertes. Muere Eco, la ninfa (o el ideal que se evapora), consumida de vejez y añoranzas en una cueva, y también muere Narciso, ahogado en las aguas de la fuente de su vanidad, a la que, seducido por el encanto de su propia imagen, se lanza, sin calibrar las consecuencias. El amor se endiabla cuando es amor que se da uno a sí mismo; el egoísmo es, pues, amor endiablado, con diablos menores, sin embargo, que a lo sumo pueden llevar al infierno del ridículo, esa cosa que te hace aparecer como tonto y apaleado. El egoísmo cierra vuelos e ilumina ombligos, donde andan la estrechez y los ahogos. (Ombligo, o esa rara y perturbadora abertura sin salida. Umbral). Los nacionalismos (ombligos sin salida), por estancamiento de sus aguas y el pudrimiento que les sobreviene, suelen envilecerse a sí mismos; sin un hilo de montaña que le llegue hecho agua, caudal, emoción, himno, advenimiento, el nacionalismo (charco cerrado) se infecta y muere, apestando. Dios es Dios, Diario, porque es extenso, cruz abierta, profundidad, altura, vuelo y pisada, y cercano amor a toda hora; razón por la que pongo en él mi fe y mi patria, y le doy la mano, y lo llamo amigo, y me gusta pisar donde él pisa, para poder así ir más allá de cualquier horizonte, y sentir lo lejano, el allí de lo infinito, donde la diafanidad (19:01:27).

domingo, 6 de septiembre de 2015

6 de septiembre de 2015. Domingo.
HORA DE ESPERAR

Música de arpas, en el jardín. F: FotVi

-Ayer, día gris, en el cielo y en los colores, y en las veletas de las iglesias. (¿También en las conciencias? ¡Tanto drama!) Los vientos de levante traían grises y frías sus crines, hasta aliviar el calor del verano. Daban en los árboles, en las esquinas, en las nubes, vistiéndolo todo con un inquietante y bello atavío de cenizas, cenizas que, en ocasiones, anuncian la lluvia. Las nubes andaban revueltas, enlutadas, y se perseguían. Hasta que ha sido, ha habido lluvia, y en abundancia, anoche. Noche, pues, de música de arpas. Concierto de agua para la tierra reseca, quemada, postrada por el verano. Este domingo, en mi vida -y quizá también en la de otros-, ha habido lluvia, y Dios. Dios en descensión con la lluvia. Y, ante tanta tragedia -me he dicho-, la esperanza. Mi esperanza; con la tuya, acaso. Porque como soñó el poeta, y a pesar de todo, Diario: «Es la hora de esperar en la esperanza». Aún (19:49:47).

viernes, 4 de septiembre de 2015

4 de septiembre de 2015. Viernes.
SOÑAR

Porcelana soñada, en el jardín. F: FotVi 

-Oigo y no creo; miro y creo menos. La realidad, a veces, no es lo que se ve o se oye, sino lo que se sueña o se vislumbra. Si se sueña un mundo mejor, quizá exista ese mundo en algún lugar, como existe en la ensoñación. Nunca se sueña lo que no existe; se sueña lo que existe, pero embellecido, sublimado, hecho posibilidad lujosa, Diario, a la que ansiar dar alcance. Soñar: vivir (19:33:24).

jueves, 3 de septiembre de 2015

3 de septiembre de 2015. Jueves.
LUZ EN LA LUZ

Donde se recoge el llanto, en el jardín. F: FotVi

-Anteanoche, de madrugada (5:30), llovió, y como a escondidas. La lluvia tamborileó en la cosas, y éstas sonaron a celebración. Como si corrieran gacelas en la noche. Desperté, y oía gacelas. Corrían en mi cabeza y en la noche. (Lo que ocurre en la cabeza, sucede fuera). Yo me alegré por las gacelas, y por poder oírlas en mi cabeza, detrás de los ojos. Las gacelas y mis ensoñaciones se confundían, y me arrebataron el sueño, el lugar donde se ensueña. Luego, ida la lluvia, me dormí con las gacelas, y soñé que yo corría a su par, y que, en ellas, me hacía libertad y vuelo, chispa de luz saltando, en el bosque. Mas, al despertar, el sueño se hizo túnel de tragedia, fiereza para la contemplación; los ojos se llenaron de espanto, y ya no hubo gacelas, sino dagas en el alma. Tragedia. Por si yo también soy culpable, me arrodillé ante la foto de Aylan Kurdy, el niño sirio (sólo tres años) desparramado en la playa, hecho un hermoso y estremecedor despojo celeste sobre la arena, y recé. Las gacelas se han detenido en el bosque, y lloran conmigo; también contigo, quizá. Y el mundo es más pobre, y más andrajosamente inhumano, y lo notan las gacelas, y el mar que ha depositado a Aylan Kurdy a la orilla de su llanto de agua y estrellas, de su ira irracional y bellísima, en la arena, donde él también muere, adelgazado y sufrido, en paz; pero ¿y tú, y yo, y los fatuos líderes del planeta que no saben atajar guerras y locuras, histerismos de insectos sin conciencia, y que viven absortos solo en su vanidad y bajeza, tomamos conciencia de que, con la muerte del niño sirio y tantos otros niños, el mundo es más pobre, más inhumano, más inhabitable? Sin embargo, leo a Umbral y me viene a los ojos un silencio clamoroso de luz. Ante la muerte de su hijo (seis años), y luego del abatimiento total, surge, se eleva, escribe: «Tu muerte, hijo, no ha ensombrecido el mundo. Ha sido un apagarse de luz en la luz. Y nosotros aquí, ensordecidos de tragedia, heridos de blancura, mortalmente vivos, diciéndote». Decirte, niño sirio; deciros, niños que sufrís las heces del egoísmo humano, su avieso mirar para otro lado. Es lo que yo puedo hacer y lo hago: deciros. Decirte, Aylan Kurdy. Quizá, Diario, la luz apagada y cegadora de la muerte de Aylan Kurdy, nos haga ver, aunque acuciados por el llanto, la Luz, y nos salvemos así de notros mismos (12:04:20).

martes, 1 de septiembre de 2015

1 de septiembre de 2015. Martes.
CUNDIÓ LA ALARMA

Paz, en el Mar Menor. San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Ayer, al atardecer, cuando el sol cuca su gran ojo de oro como despedida y se oculta, hubo truenos y electricidad, pero apenas lluvia. Pudorosa, la lluvia, se resiste a echarse desnuda en brazos de la madre tierra, y darle su amor. La hermana madre Tierra, la que «nos sostiene y gobierna». Y mientras, el horror de cada día; la voracidad del horror, en todo el planeta. Una viñeta de El Roto en El País, lo expresa clamorosamente, como si la viñeta se llenara de temblor y llanto, y preguntas, y pensamientos raros. Dice: «Cuando empezaron a llegar caminando sobre los ahogados que les precedieron, en Europa cundió la alarma», con dibujo de un caminante sobre cadáveres en el mar. Tras ver y leer la viñeta, se produce el silencio, con congoja. El silencio de los ajusticiados por la infamia, el de los muertos en el mar; pero también el de los otros muertos del alma, o el de aquéllos, que pudiendo, no hacen nada (o muy poco) por solucionar la enorme tragedia, en la que exceden, por encima de cualquier otra causa, Diario, los egoísmos. Sin excusa (20:21:39).

lunes, 31 de agosto de 2015

31 de agosto de 2015. Lunes.
TRONAR

Unas gotas de vida, en el jardín. F: FotVi

-Si Dios no lo remedia -que no-, esta mañana de agosto, que ya atisba el invierno, desayunaré con sol y acción de gracias; es decir, haré eucaristía. Salvo las sombras de uno mismo, en la fe todo es sol. Escribía el domingo, mientras me rasuraba la barba, y me disponía a salir para celebrar misa. Hizo sol y hubo eucaristía, y el gozo de compartirlos. La alabanza a Dios, compartida, alegra los labios, y el corazón de donde parte, y es liberación. En este momento (las 20:04:55), Diario, truena y amenaza lluvia. Que así sea (20:08:18).

domingo, 30 de agosto de 2015

29 de agosto de 2015. Sábado.
EL BIBLIOTECARIO

Biblioteca, y no la de Alejandría. F: FotVi

-Se me ocurrió plantar libros, a ver si florecían. En la biblioteca. Como viñas en un huerto cerrado. ¡Qué huerto de luces, de caminos, de dramas y amaneceres, de arrebatos místicos y guerreros, de quijotes y sanchos, de hadas encendidas, de rimas y odiseas, de amor! En mi huerto cerrado, Cervantes -ejemplo- asombró a Homero, y éste a aquél, de por medio andaban Shakespeare, y un tal Proust, con otros, como Borges o Lorca, o Claudio Rodríguez, o Adonis. (Dios también estaba, se le intuía en la Biblia, como un silencio con rumores). Ordené los libros, los pulí, los miré con cariño, los adulé, los liberé del polvo y de la polilla, les di el calor dulce de mi mano, la caricia de mis ojos, me aprendí sus pastas, rocé sus lomos, hasta lloré sobre ellos, y los amé. Percibí que había libros malos que tal vez debiera eliminar, pero no lo hice, pues me dije: “¿Y si con mis cuidados dieran fruto?”. El fruto de una página ave, voladora, por lo menos. Nunca lo supe, dijo el Bibliotecario: jamás abrí un libro, sólo los contemplé absorto, maravillándome de que existieran, sin pasar a su interior, a su monte santo, donde la palabra -silencio ardiente- se despereza en la lectura, se ríe, llora, se muestra cómplice, se abre, se da, habla. Eso, Diario, dijo el Bibliotecario, perdida la vista en aquel gran bosque inexplorado, profundo, terrible y bello (12:15:28).

jueves, 27 de agosto de 2015

27 de agosto de 2015. Jueves.
DE ACERO Y FRÍO

Mirar descarado, desde el jardín. Año 2012. F: FotVi

-Hay un pájaro supercalifragilisticoexpialidoso de un vecino, que pía con golpes de acero y frío, que diría el poeta. Es el suyo un piar agudo y desabrido, que hiere sin sangrar. Perfora, pero sólo la sensibilidad musical del oído, y el sueño. No sé (sin querer ofender) qué clase de pajarraco es; pero te aseguro que no es ni un político, ni un predicador sin sermón, ni un mal poeta de facebook, ni…; es, Diario…, ¡la consternación! (20:46:26).

miércoles, 26 de agosto de 2015

26 de agosto de 2015. Miércoles.
ADVERSIDAD

Árboles y su espejo, junto a la cueva Gütmana. Letonia. Año 2014. F: FotVi

-Se aviva el odio, como un fuego de verano en el bosque. Arde, cada vez con más frecuencia, el bosque de la democracia. Y si arde el bosque, con él arden la fauna y la flora; es decir, arde la vida y la belleza, apagándose así las luces y adornos de las estaciones. Y con el fuego del bosque, se apaga toda luz; el fuego sólo crea sombras de humo, noche sin luciérnagas ni estrellas, adversidad; la adversidad de la muerte. Una chica, 18 años (bella, por cierto, y con la gracia casi trasparente de lo frágil), ha sido apaleada en Cuenca, la ciudad de las casas colgantes, que resisten al tiempo (y las miradas) sin caerse. A estas alturas, me pregunto qué significan «facha» o «rojo», para que unos peguen a otros, esta vez en una nueva guerra civil de barrio. ¿Todavía hay fachas y rojos? ¿Todavía hay extremos que no se tocan? Siempre me han parecido hermosas las márgenes del río, porque, aunque nunca se toquen (en el tocarse estaría su muerte), siempre se miran y se sonríen entre cañaverales y huertos, y pájaros y arados, y cielos que flotan en sus aguas. No creo ni en rojos ni en fachas, ni en éstos ni en aquéllos, creo en el río, que, con el respeto de sus orillas, guía sus aguas (la vida) hacia el mar, para que absorbida (asunta) por la evaporación, se convierta luego en lluvia, en bendición graciosa sobre la tierra. ¿Mi credo? Dios, el hombre, la vida, dar la mano, tolerar aun lo que no entiendo, poder abrir un libro y, una vez leído, cerrarlo estremecido (prefiero un libro en la mano que una biblioteca volando), confesar que soy hombre perdonado (papa Francisco), y, aunque nunca he puesto del todo la otra mejilla (Jesús de Nazaret), lo intento alguna vez con algún que otro modesto resultado. ¿Mi credo, Diario? Mirar la luz…, y no cegar, sino ver. Es todo (11:59:39).

martes, 25 de agosto de 2015

25 de agosto de 2015. Martes.
LUNES NEGRO

Oro, en el Museo Arqua de Cartagena. Año 2015. F: FotVi

-La vida sigue, como un torbellino. La vida está ahí, muere, revive, se alza, se cae, respira, se ahoga, se hace fuerte en la ancianidad y brilla en lo joven. Lo anciano, sin embargo, es otro modo de esplendor: un esplendor sereno y sabio, casi divino. La ancianidad es nostalgia del brillo, pero con luz discreta de brasa. Está y luce, aunque en la discrecionalidad; es fuego que se afana bajo la ceniza. Hasta que se apaga; como lo joven, al fin. El torbellino de la vida -haz de sucesos inverosímiles, a veces- nos revela hoy estas noticias: ayer, porque cayeron las Bolsas, fue, dicen, un lunes negro; no lo fue, sin embargo, porque murieran en la mar unos ilusos emigrantes intentando dar vida a unos sueños, que nacieron muertos. El lunes se ha llenado de hollín porque la Bolsa ha caído. Pavoroso. Otra: la yihad, activa, sigue segando vidas. Y ahora anuncia actuar en España; ahora, sí, temblor de miedos entonces, ya nos afecta. La yihad corta cabezas, también cristianas, pero si es en la lejanía -Siria, Nigeria, Irak…-sólo hay un lamento, un lloro a lo sumo; en la cercanía, sin embargo, se crea el grito y se moviliza la guardia, se pone en marcha la araña del temor. Se asusta el pánico. Y última hora: tres muertos y cuatro heridos en el norte de Francia. ¿De nuevo la yihad? Están ahí, otra vez, entre nosotros; como el mosquito tigre, trasmisor de la chikungunya, a la puerta de la playa, esperando. Pero aliviémonos, Diario, después del lunes negro de ayer, el Ibex 35 ha vuelto a subir, y, nuestro mundo alegre y confiado, y olvidadizo, vuelve a serenarse. Del lunes negro, al martes rosa. Consolación. Y: «¡Contengamos el grito!», se nos dice, y obedecemos, hasta el nuevo lunes negro en que se haga el pavor (19:23:42).

lunes, 24 de agosto de 2015

24 de agosto de 2015. Lunes.
LA CLARIDAD

La claridad viene del cielo, desde el jardín. F: FotVi

-«Siempre la claridad viene del cielo», dijo el poeta Claudio Rodríguez, en su libro El don de la ebriedad. Año 1953. Y esto, la claridad -añade-, es un don; es decir, gratuidad. El don no se cobra, se da, y, desde la humildad, se acepta como tal. Las tinieblas, que son oscuras y petulantes, no aceptan la claridad, y jamás gozan el alba. La claridad reviste las cosas y les da estancia y color, y presencia. Están y se ven. La claridad exhibe las cosas, las expone, revela su apariencia, su semblante, las da a conocer. También claridad en el alma, en la mirada, en las palabras; es lo que pido, es lo que busco. La claridad que hace limpio el corazón e ilumina las obras, y las deja brasa de amor en cualquier vida, sin humos. No la tiniebla del odio, del batallar, del simular, del mentir, del sinvivir en la amargura; la claridad del amor, Diario, es lo que busco, y lo hallaré, porque es un don; don venido del cielo, al que miro con afán de vidriera que desea ser iluminada, encendida (20:29:58).