2 de marzo de 2019. Sábado.
GORRIÓN Y PALOMA
Alimentándose de la invisibilidad, en Murcia. F: FotVi |
-Cuando salgo a andar,
pasear o caminar –media hora cada día, con una parada de tres minutos–, siempre
hay un gorrión o una paloma que, mientras picotean no sé qué en el suelo, me
miran, sin inmutarse, con un insolente y gracioso descaro. Estas aves parecen
picotear a algo imaginario y se alimentan de la invisibilidad de las cosas. Cosas
que ni tú ni yo vemos, pero que ellas, con fruición, picotean y tragan. A un
servidor le parece que picotean átomos o protones, o la partícula de Dios (el
Bosón de Higgs) y luego, con ellos, hacen física cuántica en su estómago. Y les
sientan tan bien estos productos invisibles que comen, que luego les hacen que
salgan pardos los gorriones y blancas o del color de la ceniza las palomas; es
decir, en todo caso, del color de la tierra. Quizá se camuflen así, como
tierra, para decirnos a los humanos que de ella vienen y a ella van. Con la
humildad alegre y vivaracha del que nada pide, porque cree tenerlo todo y nada
más necesita. ¡Viven! ¡Y pían o zurean, dando gracias! Dentro de nada también se
nos recordará a nosotros que del polvo venimos y al polvo volveremos; eso sí, Diario,
algunos, cargados de años y de sueños: como el de esperar que la inmortalidad
nos acompañe, y que Dios no nos deje tirados en la nada, o como basura en el espacio (18:38:24).