jueves, 3 de junio de 2021

3 de junio de 2021. Jueves.
TROZOS DE EVANGELIO

Cruz nevada, pureza y vida. F: Prensa

-Recuerdo el tiempo en que yo era más joven que los papas: los miraba con reverencia y admiración. De niño no sabía lo que era un papa, pero me impresionaban la tiara, esa torre de origen persa hundida en su cabeza, o la silla gestatoria, en la que casi siempre parecía haber más silla y boato que pontífice. Dando la sensación de que podría dar la vuelta y tirarlo. Las multitudes lo aclamaban, con emoción, y alguna lágrima. Ante tanta suntuosidad, la personalidad papal quedaba reducida a una tilde –el punto sobre la i– en la gran ceremonia de la pompa y el derroche, profanos. Hasta que todo eso se fue reduciendo, y quedó, sobre tanta parafernalia, el hombre terrenal y consagrado, próximo, de andares titubeantes, que da la mano y besa a niños, que abraza a discapacitados y dice palabras que hablan de amor y fraternidad, de perdón, evangélicas, tan tiernas y envolventes, que parecen dichas por el mismo Jesús. La misericordia llena su boca de claridad, de ablución sagrada. Ahora el papa, por fin, es más joven que yo y, no obstante, me sorprende su capacidad de seguir asombrándome, de seguir dándome lecciones de bonhomía. Me gustan los santos que van por la calle vestidos de normalidad, sin aureola y, no obstante, bendiciendo, no con signos prefabricados y suntuosos, sino sencillos, como el de dar un vaso de agua al sediento o tocar una herida infecta, lacerada. De un tiempo a esta parte, Diario, los papas parece que estén hechos de trozos de evangelio: hablan más en lenguaje evangélico que en lenguaje de este mundo, y se visten de blanco para decirnos que, como la nieve, embellecen el paisaje: cubren sus sinuosidades y lo nivelan, cubriéndolo de pureza (13:17:15).

miércoles, 2 de junio de 2021

2 de junio de 2021. Miércoles.
VIVIRÁS EL ÉXTASIS

Viviendo el instante, ayer tarde. Casa Sacerdotal. F: FotVi

-Cada segundo es eterno, y, sin embargo, los días son fugaces, como un destello luminoso. Así es, o así nos lo parece. En la ansiedad, los segundos son eternos; en el día a día, son un suspiro. En la espera, el tiempo se alarga; en el total de la vida, se contrae. Dice el salmo: «Somos como las ilusiones: desaparecemos como las sombras». Recuerdo de joven, cuando pensaba que tenía todo el tiempo del mundo a mi servicio, que, a veces, lo dilapidaba, lo perdía; hasta que, con los años, me aferré a él y lo hice protagonista, conmigo, de cualquier instante de mi vida. Decía Sartre: «No perdamos ni un segundo de nuestro tiempo, quizá los hubo más bellos, pero este de ahora es el nuestro». Éste, el de ahora en que abres los ojos, que das el primer paso, que rezas, que muerdes el pan del desayuno, ¡ahora!, el ahora de empezar a hacer cosas, recreándolas. Nuestra vida es el instante –ese relámpago, esa exhalación– que vivimos a cada parpadeo; lo pasado es recuerdo, evocación, quizá hermosa melancolía; el porvenir es el ensueño, intentar poder tocar el más allá, andar por fantasías irrealizables, pero que ves posibles, «¿y si rozara la eternidad?», pensamos. Sueña, sí, pero sin dejar de estar en el soplo –santiamén– en el que vives. Si llega el instante de reír, ríe; si el de llorar, llora; si el de amar, ama. Llena tus instantes de vida, respira hondo y di: «¡Vivo!», y, como el río, Diario, déjate llevar, nadando, al sueño que hayas elegido; si lo logras, vivirás el éxtasis, te habrás salvado (17:49:24).

martes, 1 de junio de 2021

1 de junio de 2021. Martes.
LA VIDA SIGUE

Por entre las nubes, la luz. Casa Sacerdotal. F: FotVi

-Se despereza el alba y aparece el día, aunque tiznado, negro. Como de barro colgante. Las nubes –la carpa de circo que cubre el día–, aunque refresquen un poco el elevado grado de calorías y sudores que sufrimos, nos roban el azul del cielo y la claridad del sol. Como una idolatría temporal, nos llama el mar: a los lejos nos requiere la desnudez de la playa y la economía en los ritos del vestir. El mar nos invita a la serena placidez. Sin embargo, estos días, el mundo de la política, su farándula, anda revuelto, excitado. El socialismo de Sánchez, menos social y más populista que el tradicional, mientras se apresura a dar indultos a los condenados por delitos de sedición y perdona a los que –ejemplo– se manifiestan frente al Congreso e increpan a los diputados –libre expresión, dice–, trata de meter en la cárcel a los que defienden, y cantan, y aman la vida. El sanchismo propone que manifestarse –pacíficamente– ante una clínica abortiva sea delito y se condene con prisión; la patronal del pingüe negocio del aborto se lo agradecerá. ¿Serán pagados en votos, en especie? El cielo relampaguea y truena. La «cultura de la muerte» (San Juan Pablo II) prevalece frente a la alegría –a veces triste, pero hermosa– de vivir. El mandamiento «No matarás» se mudará por otro que diga: «Prohibido vivir, rige la muerte». En la tarde, el sol, libre y silencioso, inmutable, sale y me devuelve la esperanza; es como si Dios llamara a mi puerta –mi corazón– y dijera: «Mira, la vida sigue, no temas», e insisto en el camino; ante el mal, Diario, excede la gracia, Dios está: lo dice San Pablo (18:36:11).

lunes, 31 de mayo de 2021

31 de mayo de 2021. Lunes.
ALEGRÍA Y PROFECÍA

Alegría en en el cielo, luz en la tierra. C. Sacerdotal. F: FotVi

-Quien visita con amor, da amor y recibe amor. María, recién embarazada de Jesús, se echa al camino para visitar a su pariente Isabel, que, según el Ángel, está de seis meses. Visitar es hacer del recuerdo reencuentro, estancia, abrazo, y preparar el camino para otros bellos acontecimientos semejantes. Al final, la vida se hace de sueños: porvenir, futuro, tocar estrellas, y de recuerdos: fui feliz, desdichado, reí, lloré… María lleva a casa de Isabel el Espíritu Santo, que hace saltar de gozo en su vientre a Juan, y profetizar: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre». La alegría y la profecía son dones que se dan con el Espíritu. «Canal inmenso de Dios», llama San Bernardo de Claraval a María, que lleva consigo «gracias, dádivas y bendiciones». Hoy la iglesia celebra la festividad de la Visitación de la Virgen. Los pasos de la Virgen son los pasos, bendecidos, del apóstol, que llevan la paz. María camina con pasos de bendición, el Espíritu Santo los ilumina, los guía, los alienta. Portar a Cristo en la palabra y en las acciones –dar pan al hambriento, agua al sediento, vestir al desnudo, y decirlo– es ser custodia, porta viático de Dios, y credencial para la felicidad postrera. Porque al final de nuestra vida: «seremos examinados del amor». (San Juan de la Cruz). Tremenda afirmación, Diario, que nos hace volver a María y pedirle que nos visite y entre en nuestra casa y nos haga saltar de gozo y profecía, como ocurriera con Isabel, y podamos decir: «Bendita tú, María, entre todas las mujeres; bendita tú, porque has creído». Dilata nuestra fe, y hazla obra de Dios (13:17:01).

domingo, 30 de mayo de 2021



30
de mayo de 2021. Domingo.
MÁS LUZ EN LA CLARIDAD

Ambiente contemplativo. F: Prensa

-Hoy, día de la Trinidad, rezamos por los que rezan (pro orantibus): es un intercambio en el que la luz se hace más luz en la claridad. La oración es luz porque esclarece, ilustra, bruñe la santidad. En la oración, todo lo oculto, se hace diáfano, asequible, posible. Dios se nos da en las palabras y en la contemplación. Quien reza enciende una vela, incesante, a Dios. Una vela de gracia, por la que se hacen preguntas y, a veces, se hallan respuestas. Rezar es llenar la boca de la presencia de Dios. Cuando digo: «¡Oh, Dios!», mi boca es un sancta sanctorum (lugar de lo santo) donde cabe la Trinidad de Dios; es decir, caben el Origen, el Padre; la Redención, el Hijo; el Aliento, el Espíritu Santo. Todo unido, ensamblado, por el Amor. Declara el Concilio VI de Toledo: «Nuestro Dios es uno solo, pero no solitario». Vive en una trinidad de personas, unidas en su naturaleza, por el Amor. Hoy la iglesia reza –rezamos– por los contemplativos. Para San Juan de la Cruz el contemplativo es el que se «recoge en Dios», donde «el alma se pacifica y fortalece», y se muestra en sus obras, que son «la expresión de su vida». La vida contemplativa es «un divino sosiego en la paz», pero laborando, trabajando, ejerciendo. Los monjes benedictinos tienen como lema en sus vidas: «Ora et labora». Reza y trabaja: insinuación de San Benito en su Regla: «Son verdaderamente monjes si, además de la oración, viven del trabajo de sus manos». Es decir, rezar por los que rezan y trabajan, para que el mundo no quede huérfano de Dios y pueda seguir llamando a la puerta de su misericordia, quedando constancia, Diario, de que está y escucha, y sigue amando (13:11:45).

sábado, 29 de mayo de 2021

29 de mayo de 2021. Sábado.
HISTORIA DE UN BESO

Beso en el sufrimiento, el Holocausto. F: AFP

-Se llama Lidia, y cada día, a sus 81 años, renace a la alegría de vivir. En paz. Tiene un apellido difícil, cargado de consonantes, como si se tratara de un bosque centroeuropeo, hermosamente frondoso. Maksymowicz. (Decir Chopin, aunque polaco, es más asequible, pero también glorioso). Los pueblos del este han sido durante muchos años –y lo siguen siendo en algún caso aún– un paisaje humano hecho al martirio, al suplicio, castigado por la barbarie. Primero fue el nazismo, luego el comunismo, con su deshumanización, sus furias, sus desmanes contra cualquier atisbo de amor y misericordia, de justicia. Eran regímenes que desechaban de su lenguaje las palabras libertad, dignidad, ternura, empatía. Masticaban y escupían odio, la muerte les precedía. Lidia, que ahora vive en Cracovia, ha volado a Roma para la presentación de un documental que cuenta su vida. Título: 70072, la niña que no sabía odiar. El número 70072 era como se la conocía en el llamado “Pabellón de los Niños”, en Auschwitz Birkenau, donde el criminal de guerra Josef Rudolf Mengele ensayaba, con gente menuda, experimentos execrables, infames. En 1943, Lidia sólo tenía tres años. Su corta edad le hacía ver todo con ojos de inocencia, envueltos en fantasías de asombro, en euforia de juegos truncados. Hasta que ya de mayor llega a Roma y visita al Papa Francisco. Y Francisco, reverente, sumiso ante el dolor de esta mujer, se inclina y besa el número que lleva grabado a fuego en el brazo, el número con el que la distinguió el Holocausto y la hizo posteridad sacrificada, santificada. En el documental, Lidia, con la naturalidad de la niña que fue, dice: «Si tuviera que vivir pensando en el odio y la venganza, me haría daño a mí misma y a mi alma, y yo sería la enferma: el odio me mataría también». Y recuerdo, con ternura –el lado más leve y lírico del amor–, las palabras de Jesús: «¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que se hacen!», y expiró; y, de este modo tan humano y divino aun tiempo, Diario, abrió el cielo a la misericordia –profunda y serena, esencial– de Dios (11:22:09).

viernes, 28 de mayo de 2021

 28 de mayo de 2021. Viernes.
LA SEDA DE LA LLUVIA

Llovizna en los Lagos de Plitvice. Croacia. F: FotVi

-Al amanecer, lloviznaba, quizá para decir que la tierra es asperjada, bendecida. Con el hisopo de la exquisitez. La llovizna es la seda de la lluvia, su tul nupcial. No hace daño y bendice. De igual modo que es bendición una mirada amable o una leve sonrisa de aliento. Todo lo que es suave, como las plumas del cisne, enternece: la paz del niño que duerme, la mano de la madre en la frente del hijo con fiebre. La paz es levedad, como un solo de violonchelo en la noche; la guerra es fragor, desgracia, pandemia. Trueno de trompetas y timbales. Hoy en día hay demasiadas guerras ideológicas en la calle, demasiadas bocas en las que se ve el odio masticado y el escupitajo preparado para lanzarlo contra el otro, no adversario, sino enemigo. La tristeza, la que precede al llanto, también es levedad, hermosa debilidad quebradiza. El llanto llega cuando el gemido crece y se rompen sus diques de burbuja trágica. Hay tanto llanto, desesperanzado, hoy. Mi experiencia: rezar, suaviza el carácter irascible y arrebatado del ser humano y lo hace acercarse a los frutos del Espíritu: la paz, la bondad, la clemencia, el temple, la fidelidad, la honradez, y otros muchos, Diario, como el del amor que sirve…, apasionadamente  (13:43:01).

jueves, 27 de mayo de 2021

27 de mayo de 2021. Jueves.
GRACIAS

Trabajando, en el ordenador. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Día nublado, triste, pero no feo; como si hubiera dejado encendidas, en la noche, las luces de posición. Apenas veo vencejos en el cielo; andarán más arriba de las nubes, volando por sus mundos inéditos, ignotos. Sí veo palomas que van y vienen, zureando, seduciendo al día. Y gorriones, tan modestos y con tanta viveza en sus movimientos, que apenas dejan ver su gracia; gracia quebradiza, como de cristal, cerámica hermosa. Las rosas, en el jardín, murieron; pero ya se vislumbran otras nuevas que darán esplendor, y lindeza, al paisaje. Ante tanta originalidad, e inspiración, se me llena la boca con una palabra, que, en el sacramento, también es Eucaristía: «Gracias». Con una diferencia: en la eucaristía –misterio–, el pan y el vino son Dios: si lo comes, masticas a Dios, te nutres de Dios; en la belleza de las cosas, sin embargo, Dios solo está, sin ser el objeto. El objeto, en este caso, es sólo reflejo, deletreo, balbuceo de Dios. A cada paso que doy, a cada mirada, cada vez que pongo los dedos en el ordenador y escribo, cuando rezo, cuando leo, cuando me equivoco y rectifico, cuando muerdo el pan y bebo el agua, cuando lloro –tantas veces–, cuando río –más–, cuando soy tibio –«ateo en potencia»– o ardiente y me apasiono, cuando dudo y, al poco, digo creo, a cada instante, a cada impulso, a cada toque de sombra que se hace luz, me viene a los labios la palabra gracias, porque como diría Octavio Paz: «Todo es Presencia», cercanía de Dios, todo es como una «encarnación de Dios, cuya marca es la belleza». (Simone Weil). En todo, Diario, está él, abrigando la belleza, como su origen (11:49:59).

miércoles, 26 de mayo de 2021

 26 de mayo de 2021. Miércoles.
VUELO

Volando con Chopin, parque Lazienki. Varsovia. F: FotVi

-«Un día más», me digo, y doy gracias a Dios por seguir alentando –excitando– mi aliento. Pienso: «Dios sigue soplando sobre el barro del que vengo… Respiro –aún– el soplo de Dios». Y ahondo en un suspiro profundo, como si fuera un acto de liberación. E imaginando, vuelvo al día en el que, cortado el cordón umbilical y tras un azote en las nalgas, hube de respirar por primera vez oxígeno terrestre. Respiré y lloré; es  decir, fui persona venida de la seguridad del vientre de una madre, al retablo incierto y, en ocasiones, trágico de la vida; desde ese momento, fui libre albedrío, cuerpo rebelde y tenaz, prosa y poema, razón y sueños, iluminación y sombras. Fui lírica, envuelta en lamentos. Trabajo y epifanía, fiesta. Desde entonces no he cesado de reír y llorar, de mirar a Dios y evitar al diablo –tan insidioso–, de hacer plegaria y versos. Yo, que no soy perfecto, busco la perfección; pero, a mis años, y, con inmensa tristeza, he de reconocer que aún no la he conseguido. Me consuela, sin embargo, escuchar a Mario Benedetti, que dice: «La perfección es una pulida colección de errores». También escucho a Bach. Menos mal que tengo un gran enmendador, Dios, que a cada error –tantos–, me dice: «Reconoce que te has equivocado, y sigue, yo siempre estoy a tu lado, y espero». Y entretanto, y con alas cansadas, Diario, vuelo (12:16:31).

martes, 25 de mayo de 2021

 25 de mayo de 2021. Martes.
LA BALANZA

La esperanza siempre viene del cielo. Casa Sacerdotal. Murcia. 

-En ocasiones, una lectura oportuna, eficaz, te saca de la decepción y te pone en el camino de la esperanza. En un mundo tan injusto, tan torcido, tan sinuoso, la esperanza, a veces, se te hace humo de cigarro ante los ojos. Parece una ilusión, una biblioteca sin libros, un discurso sin palabras. Sin embargo, leo en el libro del Eclesiastés –sabiduría inspirada–: «Otra cosa observé bajo el sol: en la sede del derecho, el delito; en el tribunal de justicia, la iniquidad; y pensé: “Al justo y al malvado los juzgará Dios”». Es decir, donde tendrían que existir la igualdad, lo recto, lo legítimo, se hallan la infracción, la transgresión, el delito; y donde la justicia: la perversidad, la villanía, la corrupción. Pero, al final, será Dios el que coja la balanza y pese las conductas: el trigo será separado de la paja, y evaluados. La paja, o la vieja vida, la desconectada  del bien, la andrajosa y sin virtud, perecerá; y el trigo, el que cayó en buena tierra, y dio fruto según sus posibilidades, se salvará. Frente a la orgía de injusticias en el mundo: gobiernos corruptos, jueces ideologizados, mafias que todo lo compran y lo venden, ebrios de ideología, frente a todo esto, están la justicia y la fidelidad de Dios. Dice Isaías: «Juzgará al pobre con justicia […], y con el soplo de su boca matará al impío». Entonces, Diario, la esperanza, en mis labios, se hace Adagio de Albinoni, música serena, diáfana, estremecedoramente bella, y vuelve a mi corazón el adviento de la espera, el que aguarda, el que vislumbra más allá de las apariencias. Me rescata la verdad (13:07:41).

lunes, 24 de mayo de 2021

24 de mayo de 2021. Lunes.
AÑO 2050, O EL CABALLO CLAVILEÑO

Lluvia en Murcia, abundante. F:FotVi

-La noche enrolló el bulto de las nubes, se las cargó al hombro, y se fue, dejando limpio el día para que el sol lo llenara de luz, de esplendor, de confianza tranquila. Ayer llovía abundantemente y hoy el sol da en todas las cosas y las llena de sombras, que son como la ternura –sombrilla– de una madre. Si hay calor, las sombras alivian, te visten de levedad, como una madre. José Luis, mi corrector de textos, y yo hablábamos ayer de qué va a pasar con nosotros en el año 2050. Cuando no se coma carne y sí mucha fantasía, y fritura de gusanos y saltamontes, y alguna que otra ostra sin perla. Será el año de la epifanía de Sánchez, quien, desde que se conoce, vive de la profecía irreverente y torticera, laica, que contempla en el espejo de su narcisismo. Su palabra permanece lo que el silencio, la pausa que va de una afirmación temeraria a la siguiente hecha falso optimismo, baratura. Es un depredador de enigmas. Como no puede con la actualidad –2021–, se monta en su caballo Clavileño (Iván Redondo) y se lanza, con Sancho, a salvar a España del encantamiento –2050– que le ha hecho el gigante Covid 19; al final, ambos ruedan por el suelo, quedando maltrechos y corridos. Pero la concurrencia se ha divertido, y, por un momento, ha olvidado la playa del Tarajal, en Ceuta, el hambre, el paro, la desazón de no saber qué sucederá mañana. O pasado. O en el 2022. Entretanto, ahí está el creador de humos, incendiando sueños, que, cuando finalice la broma de Clavileño, serán nada, y nos partiremos –por no llorar– de risa, pensando en 2050 (José Luis y yo lo veremos desde la Eternidad), año del triunfo de las cortinas de humo, de donde brotan los fantasmas y los delirios, toda alucinación (13:51:34).

domingo, 23 de mayo de 2021

23 de mayo de 2021. Domingo.
EL AGUA Y EL FUEGO

Paloma pensativa, en el balcón. Casa Sacerdotal. F: FotVi

-Pentecostés. La fiesta por la que el aleluya se convierte en aliento, en palabra; y el agua, en fuego, en bautismo. Es la «Pascua en plenitud». Hoy, la palabra, que es aliento, se hace respiración y vida para el creyente. Elemento de comunicación, de acercamiento. En el ámbito del Espíritu Santo se respira unidad. No es obra del Espíritu vivir en una Iglesia dividida, parcelada como un tablero de ajedrez, lastimada. La Iglesia vive en una Babel díscola, enfrentada, con miles de lenguas que, muchas veces, dicen todo menos amor. El punto de donde parte la perspectiva es el amor. Sin amor, no hay comunión, ni iglesia, ni Dios cercano. Sin amor, nada se abre; todo se cierra. En el desamor, Dios se pierde en la lejanía, se hace solo sospecha, no latido tuyo, respuesta. Decía San Agustín que «el amor tenía que ser activo, no perezoso». Y es perezoso el que se encierra en teorías y no se abre a la claridad del Espíritu, que se da, como aliento, en el bautismo. Entrar en el agua, es dejar en ella la suciedad y, ya limpio, llenarte del fuego del Espíritu. El Espíritu que es consolación, porque es amor, y «armonía en la diversidad». Ha dicho el Papa Francisco: «La Iglesia se reforma con la unción de la gracia, con la fuerza de la oración, con la alegría de la misión, con la belleza desarmante de la pobreza». Yo, Diario, le suelo pedir al Espíritu, cada día, que «repueble» de bondad y de amor la faz angustiada, y con lágrimas, de la tierra, que la embellezca de piedad y clemencia, sin iras, con aleteos de misericordia (13:25:57).

sábado, 22 de mayo de 2021

22 de mayo de 2021. Sábado.
MARAVILLA

Quebradiza y lírica, mariposa en el jardín. T. de la Horadada. F: FotVi

-Me asomo al balcón y contemplo el vuelo de los vencejos. Es una necesidad, antes de rezar Laudes. Sin que mis labios lo pronuncien, oigo que mi interior me dice: «¡Maravilla!» Y se me llenan los ojos de Dios, autor de estos prodigios. Y es que, tras ver el vuelo de los vencejos, mis palabras transitan con más amplitud, se extienden en libertad, rozan la utopía. Palabras todas, nacidas del asombro, que, con las del texto que tengo delante, hacen himnos de alabanza y afirmación, de fe humilde –reverencial– ante la grandeza del Creador. Abro el libro de Laudes, y, en esto, una mariposa blanca –algo, hermosamente frágil e indeciso, fluctuante– me sobrevuela y da grosor, volumen, a la belleza, esta vez más quebradiza y lírica, más de seda y polvo, de la naturaleza. Donde Dios, sin serlo, está. Alentando. Excitando la plegaria. Abro el libro y, a pesar del dolor del mundo, por el que rezo, clamo: «¡El mundo brilla de alegría! ¡Se renueva la faz de la tierra». Estoy rezando, Diario; es como si los vencejos y la mariposa se llevaran mis palabras y las pusiesen a los pies de la Maravilla, donde habita Dios, que escucha, fascina, motiva músicas (12:49:37).

viernes, 21 de mayo de 2021

21 de mayo de 2021. Viernes.
CUATRO Y DIOS

Nueva iglesia de Casas Nuevas, Mula. F: FotVi

-La vejez, en vez de proyectos, vive de recuerdos. Mejor: vive en los recuerdos. Es un modo de curiosidad que contradice a Azorín, que dijo: «La vejez es la pérdida de la curiosidad». Los recuerdos son una argucia –hermosa–, para seguir en la juventud. La juventud vuelve a ti y te saca, con la agilidad del prestidigitador, de la somnolencia y del consumirse la cerilla de tu ancianidad. Recuerdo que un día, tenía 23 años, 1957, el obispo Sanahúja, me consagró sacerdote y me dijo: «Ve a Casas Nuevas y haz una iglesia», y me entregó 75.000 pesetas. No me dijo, como Jesús a sus discípulos: «Ve y predica el evangelio»; eso se suponía. 12 años en el Seminario, oyendo: «Irás y predicarás el evangelio», eran muchos años. Sabía el mandato de Jesús y me emocionaba cumplirlo. Fui y construí la iglesia. Me ayudaron las manos de mi padre Vicente, maestro albañil, las de Indalecio Escámez, buscador de colaboradores, las de don Julián Pradera, Ingeniero Jefe de los Canales del Taibilla, las de Salvador Pérez de los Cobos, de Mula, y las del pueblo, que, al no haber dinero, colaboraba con mano de obra y en especies. Y así, tras muchas vicisitudes, se construyó la iglesia. Como un milagro surgido de la nada. O la fe –ladrillo a ladrillo– hecha milagro. Y, tras ésta, y dado el éxito, se me encargó terminar la de Javalí Viejo, a la que añadí una torre, más nórdica que huertana, y la de El Puntal, con planos del arquitecto, amigo, Manuel Cuadrado, y la de San Pedro del Pinatar, hasta la techumbre, que terminaron otros compañeros. Es decir, al tiempo que hacía Iglesia (sacramentos, predicación, catequesis, alguna cerveza en el bar), construía templos, vestía a Dios de casa donde hablarle y escucharle, y adorarle, en la eucaristía. Eran lugares donde, desde la fe, se hacía intimidad con Dios, al que hablabas y escuchabas, y sentías. (Alguna vez vi a alguien llorar). En las iglesias, como en una casa de vecindad, se hace hogar, sólo que en él, Diario, está Dios, como un miembro más –importante, místico, paciente– de la familia (12:50:05).

jueves, 20 de mayo de 2021

20 de mayo de 2021. Jueves.
ÉXTASIS DEL PAISAJE

Paz en el jardín. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Ayer tarde paseaba yo por el jardín en la Casa Sacerdotal. De pronto, me encontré como circundado de armonía. Cada nota del gran musical que es el universo, estaba en su sitio. El cielo pintado de azul y de vencejos; las palomas y sus zureos, y el chipchiu –pío– del gorrión; la monótona, pero pulcra, serenata del mirlo, y un reguero de hormigas trasladando briznas a su hogar. El olivo, la yedra, el rosal, todo dentro de un perfecto y magistral orden. Me conmovía verme en este mundo de acorde, de bella escritura, de éxtasis del paisaje. Tanto que levantaba los ojos y dejaba en el aire palabras de gratitud a Dios. Hasta que, de pronto, me di con la fealdad y la ruina, la merma, el deterioro: bajo un olivo, los restos –unas plumas ensangrentadas– de un mirlo destrozado. Venganza o necesidad de alimento de un felino. Esos restos de mirlo, me trajeron a la mente el drama humano de cada día, las ausencias de amistad y empatía en las personas, las lanzadas de injusticia e infamia contra el prójimo, la desolación de la pandemia. Y entonces mi oración de alabanza, Diario, se convirtió en plegaria de ruego, de petición. Puse a Dios en mi boca y en los problemas del mundo, como un alimento de confianza, como una biblia de luz que brotara de mi interior y hablara en mis palabras, poniendo gracia donde desaliento, salvándome de la postración y la incertidumbre. Protegiéndome, así, de mí mismo (12:59:46).

miércoles, 19 de mayo de 2021

 19 de mayo de 2021. Miércoles.
UN REY DESPÓTICO

Un buen corazón, salva a un bebé, en Ceuta. F: Prensa

-El mar y la pobreza, otra vez de la mano. El mar que es vida, también puede ser muerte, si no se le trata con respeto y prevención. Echar madres, niños, bebés al mar, como represalia política, aunque se sea rey, es de malnacido. Es un rey vestido de harapos, y coronado de indignidad. El rey de Marruecos. Me ha conmovido la historia del bebé rescatado por Juan Francisco, humano y generoso Guardia Civil de servicio; cuenta que el bebé «estaba helado, frío, no gesticulaba…» La madre llevaba al niño a la espalda, como una cruz bendita de pobreza. Lo terrible es que los pobres se valen de la pobreza para sobrevivir. Los echa al mar –el rey– con flotadores de juguete, con botellas vacías, con lo que fuera. Como si se tratara de sacos de miseria; la pobreza, como se ve, sosteniendo al pobre. Un flotador de juguete –no un yate imponente de rey–, puede salvar la vida del indigente; pero también provocar la tragedia. El rey malnacido se lava las manos, pero no con agua de mar, sino con agua que llega por griferías doradas a su palacio real. Allá, en Marruecos, un rey despótico, y acá –en este país de resignados–, un presidente con sueños de espejo, ambos incapaces de dar pasos hacia la armonía y el entendimiento, ambos dormidos en sus laureles de mezquindad y sordidez. Yo, si debo elegir, Diario, me quedo con el bebé recogido de las aguas del mar por los brazos paternales de un funcionario público. Es la debilidad recogida en brazos de un héroe: hermosa metáfora de Dios en un pesebre, o de la pobreza iluminada y glorificada, en el amor (13:27:53).

martes, 18 de mayo de 2021

18 de mayo de 2021. Martes.
EL LIBRO DE LA VIDA

Sillas con mascarilla, en el jardín. T. de la Horadada. F: FotVi

-Amanece nublado; pero el sol, al poco, retira las sábanas y se levanta exuberante, dándonos a leer, con su luz, el libro de la vida. Vida que, sin embargo, hace aguas en política. La política está llena –creo– de buenas intenciones, pero malos resultados, casi siempre. En política, frente a la realidad, prevalece la fábula, el relato fácil, la verborrea propagandística, el incienso del individuo –¿periodista, o no?– bien pagado. Ayer habló el sabio –sin título– Fernando Simón y dijo que «resulta muy probable» –es decir, casi ya–, que «no sean necesarias las mascarillas». Pero yo decido que las mascarillas habrá que seguir usándolas, como un gesto de rebeldía y libertad frente a lo que se le ocurre al político. ¿Recuerdan? Primero, en el inicio de la pandemia, dijo que no había que ponérselas –escaseaban las mascarillas–; luego, con cara de susto, dijo que sí, y ahora, con otra cara, con la de muñeco del ventrílocuo Sánchez, dice otra vez que no. Han decidido, en este circo de la política, hacer de eufóricos, hacer que salgan sus dulces payasos y nos hagan reír. Y que, húmedos, sin embargo, de gel hidroalcohólico, se nos vea la risa, lo felices que somos. ¡Sin mascarilla! El aleluya del circo. Yo, Diario, digo con Jorge Luis Borges: «Creo que con el tiempo mereceremos no tener gobiernos». ¡Dios, amén! (18:27:29).

lunes, 17 de mayo de 2021

17 de mayo de 2021. Lunes.
MÁS IGUALES

Gaviotas en el mar, pensativas. Los Alcázares. Murcia. F: FotVi

-Y llegó el calor, y no vistió de desnudez. Nos quitamos trapos y nos ponemos piel. Es la ley del verano; como la serpiente, mudamos de cáscara y nos hacemos todo gajo, acontecimiento epidérmico. Este domingo el mar, en las playas, parecía haber vomitado gelatina: se ha visto lleno de cuerpos echados en la arena, como leones marinos resoplando felicidad. Con mascarilla. Desde un tiempo largo, la pandemia ha encerrado la libertad, la ha recluido, y ahora, llegado el calor, la libertad se desquita y florece en la arena de las playas. Es célebre la observación de la actriz Cherie Lunghi: «En una playa se puede ser realmente feliz, a la vez que un vagabundo». Es el lugar, idílico, donde más iguales somos todos; –salvo que leas un libro o juegues con un niño, que te distingue–, todos, más o menos, nos mostramos como hechos del mismo limo –«enamorado»– de la tierra. Con la señal aún del soplo divino en nuestra frente. Las gaviotas vuelan, tienen alas, graznan; los humanos soñamos –es otro modo de volar, hasta parecer que alguna vez damos con la utopía–, y hablamos, ponemos nombres a las cosas. Poner nombre a las cosas es vestirlas de silabas, hacerlas vocablo, expresión, adornarlas con tu aliento. El mismo aliento de Dios, Diario, por el que eres y estás, y por el que vives, en dignidad y libertad, como persona, única, irrepetible (12:44:50).

domingo, 16 de mayo de 2021

 16 de mayo de 2021. Domingo.
ORFANDAD APARENTE

Una nube se lo quitó de la vista. C. Sacerdotal. Murcia, F: FotVi

-«¿Qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?» Cuando nos falla la tierra, miramos al cielo. Es una actitud de defensa, también de esperanza. Jesús se ha ido y ha dejado una orfandad aparente en los suyos, han quedado sin asidero, no saben a qué atenerse. Jesús se ha elevado: ha ido al Padre. Y ellos, los discípulos, no saben qué hacer. Sin Jesús, sienten el vacío, les invade el desaliento, miran desde la desesperanza. El abismo les rodea. Dice San Agustín: «Él está en el cielo, nosotros en la tierra. ¿Tan lejos está de nosotros?» Y añade: «De ningún modo. Si te fijas en el espacio está lejos; si te fijas en el amor, está en nosotros». En el espacio dos pasos son lejanía, en el amor cualquier distancia es el mismo lugar. Cuando se ama, todo se reduce a un único latido: el del que ama en el amado. Jesús, la Cabeza, sube al cielo a respirar al Padre, para que el cuerpo –su iglesia– inhale el mismo aire. Y el hilo conductor es el amor, en él descansa toda la vida de Dios y sus criaturas. Con el tiempo, los discípulos irán comprendiendo; pero hasta que llegue el Espíritu, seguirán en sus miedos, se esconderán, le temblarán las palabras en la boca. Cuando llegue el Espíritu, Diario, hablarán lenguas, la palabra de Dios encenderá sus bocas, serán apóstoles, testigos (17:35:11).

sábado, 15 de mayo de 2021

 15 de mayo de 2021. Sábado.
LA SENCILLEZ ME HABITE

Sencillez, cactus, y lluvia, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Fiesta de San Isidro. Fiesta de lo sencillo, del arado frente a la máquina. Recuerdo a mi amigo Indalecio Escámez en Casas Nuevas: yo montado en el trillo, las sotanas al viento, y él, riendo con aquella risa suya pícara y sabia, junto a la era, vigilando. Él reía y yo arreaba a las mulas, que de tan cansadas parecían dar pasos hacia atrás en vez ir para adelante. Antonio y José, sus hijos, con la horca recogían la mies derramada y la volvían a echar a la era. Solo descansaban para echar un trago del botijo o para quitarse el sombrero y abanicarse, tan jóvenes. Fue mi primer año de cura; tenía 23, y ninguna experiencia, solo la de los libros –apenas nada–, y lo que Dios me inspiraba. Celebraba misa en una pequeña capilla, en la que cabían no más de 20 personas, todo viejo y enmohecido. Salvo la patrona, la Inmaculada, que lucía en la hornacina del altar mayor, siempre con un ramito de florecillas silvestres a los pies. Teresa, la hija de Indalecio, la cuidaba, y preparaba los utensilios para la misa. Yo llegaba los domingos en la Guzzi con mi hermano Javi y, tras oír en confesión a los que me lo pedían, me revestía y salía, devoto, a celebrar. Mi hermano y Félix eran los monaguillos, listos y desenvueltos, eficaces. Después de la misa dábamos la catequesis a los niños de la primera comunión. Todo era ilusión, sin vacilaciones, todo era línea recta, con perspectiva. La maravilla me envolvía. Hoy, día de San Isidro, me vienen a la mente estos recuerdos, difuminados ya, como poemas de acuarela, hechos de bendita sencillez. Sencillez a la que he vuelto en la ancianidad, y la que me mantiene en la cuerda de Dios, con menos elocuencia, pero con el mismo deseo de servir y nunca de ser servido. Todo los días pido que la sencillez me habite, y la recibo, Diario, como lluvia, con los brazos abiertos y dejando que me golpee el rostro, calándome. «¡Ah!», digo, y sigo en el regocijo del candor del agua (11:53:52).