viernes, 21 de mayo de 2021

21 de mayo de 2021. Viernes.
CUATRO Y DIOS

Nueva iglesia de Casas Nuevas, Mula. F: FotVi

-La vejez, en vez de proyectos, vive de recuerdos. Mejor: vive en los recuerdos. Es un modo de curiosidad que contradice a Azorín, que dijo: «La vejez es la pérdida de la curiosidad». Los recuerdos son una argucia –hermosa–, para seguir en la juventud. La juventud vuelve a ti y te saca, con la agilidad del prestidigitador, de la somnolencia y del consumirse la cerilla de tu ancianidad. Recuerdo que un día, tenía 23 años, 1957, el obispo Sanahúja, me consagró sacerdote y me dijo: «Ve a Casas Nuevas y haz una iglesia», y me entregó 75.000 pesetas. No me dijo, como Jesús a sus discípulos: «Ve y predica el evangelio»; eso se suponía. 12 años en el Seminario, oyendo: «Irás y predicarás el evangelio», eran muchos años. Sabía el mandato de Jesús y me emocionaba cumplirlo. Fui y construí la iglesia. Me ayudaron las manos de mi padre Vicente, maestro albañil, las de Indalecio Escámez, buscador de colaboradores, las de don Julián Pradera, Ingeniero Jefe de los Canales del Taibilla, las de Salvador Pérez de los Cobos, de Mula, y las del pueblo, que, al no haber dinero, colaboraba con mano de obra y en especies. Y así, tras muchas vicisitudes, se construyó la iglesia. Como un milagro surgido de la nada. O la fe –ladrillo a ladrillo– hecha milagro. Y, tras ésta, y dado el éxito, se me encargó terminar la de Javalí Viejo, a la que añadí una torre, más nórdica que huertana, y la de El Puntal, con planos del arquitecto, amigo, Manuel Cuadrado, y la de San Pedro del Pinatar, hasta la techumbre, que terminaron otros compañeros. Es decir, al tiempo que hacía Iglesia (sacramentos, predicación, catequesis, alguna cerveza en el bar), construía templos, vestía a Dios de casa donde hablarle y escucharle, y adorarle, en la eucaristía. Eran lugares donde, desde la fe, se hacía intimidad con Dios, al que hablabas y escuchabas, y sentías. (Alguna vez vi a alguien llorar). En las iglesias, como en una casa de vecindad, se hace hogar, sólo que en él, Diario, está Dios, como un miembro más –importante, místico, paciente– de la familia (12:50:05).

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