16 de diciembre de 2021. Jueves.
EL AMOR, ESE ESTREMECIMIENTO
EL AMOR, ESE ESTREMECIMIENTO
Pequeña llama blanca en el jardín. Estambul. Turquía. F: FotVi |
-Me he puesto tan festivo hoy, que (muy de mañana) he escrito un poema; pero para no decirlo. Decirlo sería un acto de inmodestia y no lo entendería el poema, que habla de humildad. La humildad del agua, de la fe, del silencio que alberga en la vitrina una copa de oro vacía; también del silencio de Dios, tras el Big Bang. Yo no hablo del Dios en el que no creen agnósticos y ateos (dos ramas del mismo árbol), sino del Dios en el que yo creo: el que es Amor, y estremecido. Yo deseo participar de ese estremecerse de amor por algo, por las cosas más débiles, más inseguras. Lo deseo. Esta mañana me he detenido en contemplar una pequeña araña, parda, apenas un montoncito de cabeza de alfiler moviéndose por la barandilla del balcón. La miraba y ella, con sus varios ojos negros, terribles, me miraba a su vez; sus ojos en pareado, de dos en dos, como varias noches mirándome. Aunque apenas ven –dicen–, miran que asustan. Y me he detenido a mirarla porque es una parte del mundo, una mota del gran universo, y la he respetado, la he dejado ir, la he dejado en su afán de devanar hilos para hacer su trapecio, su casa del vivir y el cazar, y sus cuatro pares de ojos –terribles noches– mirando. Festivo, he hecho un poema, que no digo; pero que tú, Diario, en cuanto acabe estas notas sobre el amor, oirás: sobre ese estremecimiento –o vibración– de Dios, del que yo participo; y tú, si así lo deseas (18:16:32).