4 de diciembre de 2021. Sábado.
ROSA EN PLENITUD
ROSA EN PLENITUD
-En los días de azul, el sol –rosa en plenitud–, con suavidad de
caricia, entra en mi habitación, toca los libros, me toca a mí, y, después de
un silencio, se va, sin hacer ruido, como una lamida de mar en la playa. Suavemente,
con delicadeza de una mano de madre. Y me digo: «El sol, en su saber estar, es
sabiduría, experiencia, hermosa rutina diaria». Yo, cada día, sin embargo, busco
la sabiduría, la que no es erudición, ciencia, y la hallo en el amor. La sabiduría erudita, la ilustrada, la encuentro
en el filósofo y en el físico, en el escritor que junta palabras con belleza, y
en el egiptólogo romántico que alarga la civilización egipcia al menos de 20 a 40.000 años más, desenterrándola;
pero la sabiduría que alienta y salva, se me revela en el amor, sólo en el amor.
Es por eso que el libro de la Sabiduría
puede decir que este saber, el que salva, lo ve fácilmente el que lo ama y lo
encuentra el que lo busca. El saber erudito cuesta, y, en toda una vida, apenas
se consigue una mínima parte –milígramo apenas– de su abundante catálogo. El
saber que salva, sin embargo, es fácil de encontrar, porque sólo se impone la
condición de su búsqueda, el amor. Y es que la sabiduría que salva es radiante
e inmarcesible; es decir, envuelve y cautiva en su esplendor, en su estallido
de luz y lumbre, y no se marchita, por lo que es fácil de hallar. Luce y no es
pasto de vejez, no declina, no entra ni en arrugas ni en fealdad, se mantiene fruta
espléndida, siempre. Jesús de Nazaret, en la Escritura, es expresado,
anunciado, profetizado, como el único Amor que salva, y solo se le puede hallar,
Diario, en el amor (11:19:34).