21 de marzo de 2017. Martes.
BESO
La abeja, florecida con la flor, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi |
-«La justicia y la paz se besan», proclama, con júbilo
y fascinado, un sabio poeta salmista (poema -o salmo- 84). La justicia y la
paz, en la Escritura, siempre van de la mano, en racimo. La una no se da sin la
otra. La paz se pega a la justicia, como la sombra a la luz, y la sigue al
igual que la abeja a la miel de la flor. Las abejas parecen florecer con la
flor de los árboles. Primero el pan de la justicia, y luego el bocado de la
paz. Sin mesa redonda, donde todos participen de la rebanada de pan y del vaso
de vino, y se intercambien miradas y palabras, y preocupaciones, nunca habrá
paz. Las guerras son el resultado del egoísmo y la avaricia de unos pocos,
sentados a la mesa de la opulencia, y la desesperación de los que miran desde
el hambre y la penuria cómo eructan, tras el bocado y el trago, los otros. Eructan
moles barrigudas. El día que se establezca la justicia y el derecho en el
mundo, Diario, la paz besará la tierra, y será derrotado, definitivamente, el
pavor de la guerra, su apocalipsis destructor (20:25:31).
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