8 de marzo de 2017. Miércoles.
LA MUJER Y LA ROSA
Rosa para la mujer, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Día de la Mujer, hoy; ¿y ayer, y mañana, y siempre? ¿O
solo es una mentira hermosa que reluce un día, para apagarse luego como un
atardecer brumoso, sin aves y con oscuras cortinas de lluvia al fondo? ¿O es solo
un poema de un único endecasílabo bellísimo? No convirtamos en literatura
(Lawrence Durrell) a la mujer, y dejemos que sea la nota musical de cada día en
el convierto de nuestras vidas. Cada día, cada hora, cada segundo, es el día y
la hora y el segundo de la mujer. Pues como dejó acuñado Solón (uno de los
siete sabios de Grecia): «los dioses han dejado dos cosas bien hechas, la mujer
y la rosa». Y Jorge Luis Borges: «Me duele una mujer en todo el cuerpo». Pero,
como se ve, todo son palabras, vacías muchas veces, solo cáscara, sin gajo
dentro, o con gajo amargo. Los derechos de la mujer son una almendra sin hacer,
sin madurar. Un bocado triste, abatido; una excusa literaria, y, si me lo
permiten, machista. Hoy se escribirán muchos artículos y ditirambos engolados,
muchos mítines laudatorios y academicistas sobre la mujer; pero la mujer seguirá
segregada y preterida en la sociedad, como un verso suelto y literario, que no
hace poema. O, si lo hace, será discriminadamente ignorado, tristemente
preterido; y hasta el año que viene en que volvamos a decir lo de la mujer y la
rosa, de Solón, y lo de me duele una mujer en todo el cuerpo, del insigne
Borges, argentino sin patria, por universal. Hasta el próximo año, Diario, que
celebraremos una vez más el día barroco y fallido de la mujer, con mucha letra
y poca enmienda, y con música de un vals triste (12:12:01).
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