3 de marzo de 2017. Viernes.
ALACRANES
El deporte que ríe, en la inocencia. Gunnersbury Park. Londres. F: J. Walton. |
-El deporte, a veces, también es humano. El deporte,
aunque sea grito y sacudida, vibración, locura, es además latido, corazón,
lágrima, turbación. En el deporte, si se presiente la tragedia, se sobrecoge el
corazón, enmudece el asombro. Sucedió ayer en Riazor, un jugador caído en el
césped y el grito se contuvo, se olvidó el gol, se paró la competencia. Con el
jugador caído, se estancó el tiempo, unos segundos eternos, pero se detuvo; todo
fue un clamor de silencio. Un «¡oh!» electrizado, en silencio. En un
encontronazo brutal, Fernando Torres había caído fulminado al suelo. Y el
público, mientras sus compañeros se tapaban la boca y contenían el miedo, y el
llanto, enmudeció. También con las manos en la boca, el público presintió la
tragedia. Y arreció el silencio y se frenó el grito. Hasta esta mañana, que nos
han dado la buena noticia: Torres está bien, que ha dicho: «Espero volver
pronto», y el mundo del deporte y sus incondicionales han respirado. Y los
ultras a lo suyo: con sus alaridos, a llenar de estiércol sus bocas, sin
piedad, dando coces al viento higiénico de Riazor. Ahora se estilan mucho estos
comportamientos, en todas partes, como alacranes coléricos que matan, si pican;
ejemplo: las gracietas contra los creyentes cristianos indefensos ante la ley y
ante la sociedad, que ríe, enseñando sus dientes sucios y con mellas, y, aunque
se crea emancipada, también, Diario, indefensa, desabrigada, esclava (13:16:30).
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