28 de abril de 2019. Domingo.
DESCORAZONAR
Asoman nubes, y no de tormenta. Murcia. F: FotVi |
-Ayer, en un día de luz y sol magníficos, viajé a San
Javier, para apadrinar en la confirmación a un monaguillo de mi época en San
Blas, donde fui tan feliz. Los casi dos metros de Mario, con mi mano, desde abajo,
puesta en su hombro, se han arrodillado y han recibido la cruz del crisma en la
frente, comprometiéndose a ser testigo de la fe, que, como don, recibiera en el
bautismo. A mí, emocionado, no me ha quedado otro remedio que decir: «Amén»,
con él, recordar mi bautismo y mi confirmación, y despedirme de Mario y de su
familia, a la que quiero, por su fidelidad durante todo el tiempo de mi
estancia en San Blas. Cuando vuelvo a Murcia, me encuentro con el Entierro de
la Sardina, esa excusa para beber, reír, celebrar el fuego, y, durante los
desfiles, contonearse a ritmo de samba. Murcia, estos días, es un festival de ruido
y desmadre. El río, entretanto, pasa lento, abstraído, como si llevara a la mar
sus pensamientos, en silencio, mientras la ciudad alegre y confiada (Benavente
dixit) se divierte. Y hoy, elecciones; con lo que salga de las urnas, se formará
gobierno; en cualquier caso, un gobierno para temblar. Como dice el escritor (y
pensador) Juan Eduardo Zúñiga, que acaba de cumplir 100 años: «Sigo la
actualidad con interés, pero ¿a quién no le descorazona?» ¿Y a quién no,
Diario? Si descorazonar significa: «Desanimar, acobardar, amilanar», ¿a quién
no le duele que le arranquen el corazón? (19:20:44).
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