30 de abril de 2019. Martes.
EL TIEMPO ES
SINFÓNICO
La verdad es sinfónica, en la vida. F: Google |
-Treinta de abril ya, como un alud del tiempo. ¿No
habéis visto esta cascada del tiempo cómo se despeña? Y me da a mí, y te da a
ti, y a todos nos destruye un poco. Nos destruye y nos reconstruye; nos
reconstruye en experiencia, que es un modo de sabiduría, y nos destruye físicamente,
como el traje que se desgasta y acaba por desecharse. El tiempo es nuestro
patrimonio, nuestra caudal. Es lo único que nos pertenece, «incluso el que no tiene
nada más, lo posee». Dice Gracián. Pero me pongo el tiempo como reloj de pulsera
y a cada instante que lo miro, el instante anterior ya no está, ha pasado, se
ha esfumado. Y se instala en la pantalla el siguiente, que es un poquito más
viejo, pero que, comparándolos, luce tanto como el anterior. Es el paso del tiempo
el que hace que envejezcan los miles de instantes que componen un año, esos
instantes de dolor o de amor, de sueños o de pesadillas, de paz o de guerra. Y
parafraseando a H. U. von Balthasar, el teólogo de la estética y belleza
divinas, digo que el tiempo es sinfónico, como él dice de la verdad. Y como
toda sinfonía, la oyes, la gozas, la sientes, la vives, momento a momento, hasta
que llega el gran acorde –o el suave silencio– final, cuando surgen los
aplausos, que ya no escuchas, porque se ha acabado el tiempo de la armonía,
que sin duda surgirá en otro sitio, pero no en ti, Diario, que ya estás en
manos de la Trascendencia, donde da comienzo otra sinfonía de vida, de amor, de contemplación, infinitos, eternos (19:16:14).
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