29 de abril de 2019. Lunes.
ROJO ARRECIFE
La paloma aún sobrevive en el bosque, en Murcia. F. FotVi |
-Amanece un nuevo día y el paisaje, de un rojo arrecife,
rojo desteñido, nos anuncia, no obstante la euforia de muchos, tiempos no muy gratos. Yo no quiero llorar antes de que se muera el muerto; pero anuncio que,
si no se aclara el paisaje, lloraré. El bosque de la política es complicado, y más
cuando se fundamenta no en el respeto sino en el odio al contrario. El odio
nunca es buena cabalgadura. En política nunca se ejercita el consejo
evangélico: si te pegan en una mejilla, pon la otra. Porque si pones la otra,
también te la rompen. Es la razón por la que los se dedican a la política deben
tener varias caras, y una sola verdad: la de engañar; o, en todo caso, hablar y
prometer con eufemismos, para no pillarse los dedos. El eufemismo es un modo de
mentira, pero disimulada, sinuosa, acicalada. Las palomas de la paz vuelan los cielos,
eufóricas, pero no ven a los cazadores furtivos que acechan camuflados en el
bosque. Tengo miedo de este color rojo de arrecife que pinta el paisaje. Es un
paisaje de brujos y lobos, de falsos anacoretas, dispuestos a acabar con el
despojo de sus enemigos. Dice Gabriel Albiac hoy en un artículo en ABC, que: «dejarse
entusiasmar por la política es cosa de necios». Pero hay un poeta que, a pesar
del peligroso vuelo de las palomas, no obstante, dice: «Es hora de esperar en
la esperanza»; como un rescoldo vivo que arde entre cenizas, allá en el hogar de
antaño, mientras el invierno lloraba fuera (19:04:01).
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