EL TIEMPO NO PASA
sábado, 30 de abril de 2022
EL TIEMPO NO PASA
viernes, 29 de abril de 2022
FUEGOS FATUOS
jueves, 28 de abril de 2022
EL AMIGO AMA
miércoles, 27 de abril de 2022
ALELUYA DEL TRABAJO
martes, 26 de abril de 2022
SANTIDAD Y SABIDURÍA
domingo, 24 de abril de 2022
LAS LÁGRIMAS CURAN
Pelícano, simbolo de Cristo. Iglesia de la Natividad. Israel |
sábado, 23 de abril de 2022
viernes, 22 de abril de 2022
BELLEZA DEL ROSTRO HUMANO
-Es éste un abril de cenizas que muchas mañanas aparece teñido de gris, y no deja al sol campar a sus anchas. El sol se lía entre nubes y permanece cubierto por ligeros edredones de niebla. Leo la prensa y lo que nos cuenta da para el llanto y para la sonrisa. Para la ternura y la sonrisa el lance de los dos bebés que escapan de la guardería en una moto de juguete y recorren 300 metros, jugando, inconscientes, con el ángel de la guarda y el peligro. Felizmente, vence el ángel de la guarda, y, salvo el susto de los mayores, atónitos por la hazaña, quedan la risa de los bebés, traviesos y aventureros, y el angustia del ángel que, con el dorso de la mano, se limpia, estremecido, el sudor frío de la frente. Por contra: la pavorosa noticia de Mariupol, Ucrania, en la que encuentran 9.000 civiles inhumados en más de 200 fosas comunes, tras los desmanes rusos. La guerra mata y abre fosas, y destroza ilusiones. Dijo el Papa Francisco en Malta: «Y mientras algún poderoso, tristemente encerrado en anacrónicas pretensiones nacionalistas, fomenta y provoca conflictos, la gente de a pie advierte la necesidad de construir un futuro que, o será juntos, o no será». Y añadió el Papa: «Es urgente devolver la belleza al rostro del hombre, desfigurado por la guerra». La guerra es fea, es devastación, ruina inmensa, injusticia; la paz, por el contrario, es luz en los ojos, sueños de progreso, felicidad de los niños, fiesta de la humanidad. Esforzándonos por conseguirlo, Diario, digamos con el Papa: «En la noche de la guerra, soñemos con la paz». De este modo, al despertar, contemplaremos en nuestros ojos palomas de bondad y no aves carroñeras picoteando, sin mesura, en nuestros propios despojos sacrificados, pues la guerra destruye todo, aun a aquél –a ti– que no desea la guerra (18:32:21).
jueves, 21 de abril de 2022
ABRIL
gorjeo de niño,
polen de rosa,
fertilidad de biblioteca,
peine del aire despeinando las palmeras.
Hoy, día de la poesía,
el sol sale acristalado,
empieza su paseo triunfal.
Toco a Dios en una gota de agua;
y Dios, en la gota de agua,
me dice su belleza.
Hoy, día de la poesía, he compuesto este breve poema. En él, Diario, intento describir el día y alabar al Creador (17:54:43).
miércoles, 20 de abril de 2022
GOZO POR LA VICTORIA
-Este domingo me admiraba Pedro –el Santo– llenándosele la boca con la victoria de Jesús. Pedro es el aleluya –la exultación – que predica y cura. Y este gozo por la victoria de Jesús en su boca, se hacía aleluya y curación en un paralítico que pedía limosna en la puerta Hermosa del templo. Nos lo cuentan los Hechos de los Apóstoles. Como Pedro no tiene ni oro ni plata que darle, le da lo que tiene: su fe en Jesús resucitado, fe que, además de alegrar a Pedro, hace andar al paralítico. La fe no sólo salva al que la tiene, sino también al que está cerca del que la posee. Pedro, en la noche de las negaciones, era un simple amigo, vencido, de Jesús. Ahora, sin dejar de ser el amigo, es un creyente en Jesús. Y esta fe en Jesús le hace ser lo que no fue aquella noche: un testigo fiel de Jesús, que cura en su nombre. Es lo que tiene la fe: que hace al amigo más de fiar. Jesús aquella noche de negaciones y gallo miró a Pedro y el amigo entendió la mirada y se fue a llorar su pecado. Ahora, con la fe, Pedro no sólo es amigo que ríe sino que hace reír al paralítico. Jesús, que es victoria, lo es también en los que creen en él: y en esta ocasión lo es en Pedro y en el paralítico. Jesús es la victoria, el aleluya, el que es ensalzado en la misma muerte; pues su muerte, Diario, es el umbral, el pórtico de su glorificación, de su aleluya celeste, infinito, coral (12:14:23).
martes, 19 de abril de 2022
BANDO DE LA HUERTA
lunes, 18 de abril de 2022
DE SPORT
domingo, 17 de abril de 2022
sábado, 16 de abril de 2022
VISTIRSE DE RESURRECCIÓN
viernes, 15 de abril de 2022
Amanecer de Viernes Santo, triste, en Murcia. Casa sacerdotal. |
jueves, 14 de abril de 2022
14 de abril de 2022. Jueves.
LA SANTIDAD EN LA CALLE
martes, 12 de abril de 2022
LENGUAJE ÍNTIMO
lunes, 11 de abril de 2022
MATEMÁTICAS EN EL CIELO
domingo, 10 de abril de 2022
LOS RAMOS DEL DOMINGO
sábado, 9 de abril de 2022
EL NOMBRE DE «MAMÁ»
Tres lirios, en el jardín. Viven en paz. |
viernes, 8 de abril de 2022
DOLOR DE MUJER
jueves, 7 de abril de 2022
EL HOGAR
miércoles, 6 de abril de 2022
VENAS DE GOZO
martes, 5 de abril de 2022
TIEMPOS DE LABERINTO
lunes, 4 de abril de 2022
HIMNO DE ALABANZA
domingo, 3 de abril de 2022
BELLEZA Y EXPIACIÓN
sábado, 2 de abril de 2022
-Cielo azul y sol, o la tienda y su señor; tienda de la que sale el sol «como un esposo de la alcoba, y se regocija cual hombre fuerte al recorrer su carrera». (Salmo 19). Con este azul y este sol, todo es alegría, liberación, que se ofrecen al cielo y a la tierra. Con el sol, el mar se apacigua y se hace encerado azul sobre el que escribir con la tiza misma del sol. «¿Que escribo en él?», me pregunto. Entre otras cosas, suelo escribir: «Gracias, caballero, por tu espada de luz». El sol, que da la vida, es, no obstante, señor de desprendimiento, de largueza, su luz es generosidad que, a veces, encandila. El sol hace volver la mirada hacia lo que ilumina y evita que lo miremos a él, señala el teólogo alemán Eberhard Arnold. El sol es como un libro abierto, que enciende pensamientos, encamina aptitudes, da sabiduría, y luego se cierra y esconde su saber en la alacena de una biblioteca, sin luz y con polillas, en sabia oscuridad, hasta que alguien lo vuelve a abrir y entonces retorna a ser él luz en la luz. Con luz en mi habitación y un libro, nunca pienso que estoy solo; pienso: «Somos tres: la luz, el libro que se abre para mí, y yo que leo para darme libertad, claridad interior». Leyendo un libro siento, a veces, un estremecimiento, sensible, de haber tocado la verdad, como si me invadiera el Espíritu de Dios. Ya sé, Diario, que hay libros y libros: unos servibles en tiempos de juventud, y otros que deleitan y embellecen la ancianidad. Sin desdeñar ninguno, yo me quedo con los últimos, que ilustran y dan sabor a la vida, y la hacen, entre Dios y los libros, más llevadera y soñadora: o ancianidad que aletea (12:27:35).