27 de abril de 2022. Miércoles.
ALELUYA DEL TRABAJO
ALELUYA DEL TRABAJO
-Tras la Pascua, dejo el aleluya en una esquina de
mi corazón –no la alegría– y me dispongo a vivir el día a día con el otro
aleluya del trabajo; es decir, el aleluya del deber y el hacer, para de este modo ir
completando, aunque sea con una pequeña tilde en la i, la gran obra creadora de Dios. «Que cada cual ponga al servicio
de los demás, la gracia que ha recibido», escribe San Pedro. Yo pongo la
palabra, el soplo, el aleteo de silabear vocablos; otros ponen la piedra, el
acero, el cemento, las matemáticas, para así ir completando la belleza de lo
creado. La creación, desde el primer instante de luz, es color, variedad,
inmensidad, vorágine; luego, con el soplo de Dios al barro, forma y da vida al ser
humano, hecho a su imagen: engalanando de dimensión espiritual lo creado; mas todo está incompleto.
Hay que ir componiendo, poco a poco, pincelada a pincelada, ese lienzo impresionante
de belleza que es la Creación. Decía Confucio, pensador chino, que cada cosa
tiene su belleza, «pero no todos pueden verla». Si no encuentras belleza en ti,
no busques fuera: nunca sabrás qué es lo bello y qué lo feo, qué es gracia y
qué ordinariez, y andarás perdido en este mundo de tanta belleza escondida, aun
dentro de ti. En la luz siempre hay algo bello, que luce, que destella. En todo
caso, Diario, yo digo con el poeta griego, Constantin Kavafis: «Contemplé tanto la
belleza, que mi vista le pertenece» (18:47:13).
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