16 de abril de 2022. Sábado.
VISTIRSE DE RESURRECCIÓN
VISTIRSE DE RESURRECCIÓN
-Hoy llamamos, con unción y casi como plegaria en los labios, Santo al Sábado:
Sábado Santo; es decir, el adjetivo ennobleciendo al sustantivo. Si decimos sólo
sábado, lo solemos confundir con tantos otros sábados en los que viene el día,
la noche, hay un pájaro que canta, o enmudece, un niño que llora, llueve, sale
el sol, es invierno, verano…; pero si le añadimos santo, todo cambia. Queremos
decir que la santidad anda por medio, aunque esté silenciada, aparentemente
humillada en un sepulcro, pero a punto de florecer. La rosa se hace rosa en silencio,
como el poema. En el silencio se suele escuchar el silencio de Dios, decía San
Juan de la Cruz. María vivió el sábado del sepulcro, de la ignominia,
esperanzada. Los discípulos se dispersaron; María, sin embargo, con el corazón
entristecido, y en silencio, perseveró en la fe, en la esperanza, en el amor: o
el triángulo, sin ruidos, que nos salva, y libera. Dios nos habita en silencio, nunca con
estruendo. María concibió por obra del Espíritu Santo, en silencio. En el
silencio, dice el libro de Job, Dios enseña la sabiduría. Y Jesús, en el
sepulcro, mientas baja a los infiernos a salvar a los santos que esperaban su
venida, prepara su salida triunfal del sepulcro, en mitad de la noche, cuando
todo duerma. Dios, dice San Juan de la Cruz, siempre habla y llega al ser humano
en silencios elocuentes. Yo, espero, con otros muchos hermanos más, Diario, que
esta noche Jesús, el crucificado, se desprenda de la muerte y se vista de
resurrección, para permitirnos cantar, con lágrimas de alegría en los ojos, el Aleluya,
y dar el abrazo de paz, «urbi et orbi»; es decir, a los cercanos y a los del
confín de la tierra, como una marea de paz y cercanía, de amor (12:37:16).
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