6 de marzo de 2016.
Domingo.
INCENDIO
Bosquecillo y pasarela, en Arenales y Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi |
-En los arenales de las Salinas de San Pedro del
Pinatar, ha habido un incendio. Tres mil metros cuadrados han sido encenizados,
demolidos, absurdamente devastados. El fuego que no es de hogar o de campamento,
o de llama de candil, es cólera, bilis, devastación. Como el fuego del odio o el
de la ira, aun el del desprecio. Absurdo. Era un matorral formado y embellecido
por plantas de salar: siemprevivas, orugas de mar, sabinas de las dunas, barrones,
y la joya, esparragueras del Mar Menor, especie endémica y en peligro de extinción.
Yo, para que estas plantas se sientan don y belleza, e iluminación del paisaje,
las miro casi cada día, paseo junto a ellas y las llamo por su nombre, y les
doy así el consuelo, en el tropel de la arena y de las otras cosas que las
rodean, de ser distinguidas como únicas y originales, insólitas. Las miro, las
nombro y siento en mí su alegría, pues se regocijan de estar en las palabras, y
de que alguien, amigo, las diga. ¡Me han nombrado, dirán, con lágrimas en las
hojas! ¿Origen del incendio? Quizá un descuido o la desidia del que enciende un
cigarrillo y, sin cerciorarse de si aún arden, tira la cerilla o la colilla, y hace
que se calcinen plantas, pequeños roedores, alguna lagartija, o el nido del
alcauzón, que canta a escondidas, para que, con las dunas y el agua, lo oiga algún
visitante del pequeño bosquecillo y paraíso donde vive con oído musical. Y
decirte, Diario, que el incendio de un matorral es el incendio del mundo,
aunque el matorral sea, como la humildad, de proporciones enormemente pequeñas,
pero sublimes (20:41:25).