9 de septiembre de
2018. Domingo.
ÁBRETE
Hablando de lluvia, en Murcia. F: FotVi |
-Abro
un ojo y el otro lo dejo medio dormido, en estado de pereza, pero alerta. Inclino
el oído, y no oigo lluvia. Luego, saco el pie de la cama y bostezo, y doy
comienzo a un nuevo día. El sol enciende débilmente el marco de mi balcón. Son
las siete treinta de la mañana. Rezo, y da comienzo la jornada. Celebro la misa
y oigo: «Decid a los cobardes de corazón: “Sed fuertes, no temáis”. Es Isaías
que estimula a su pueblo (a Israel) a no caer en la debilidad, a no bajar los
brazos, a conquistar una ilusión cada día. (Ilusión: mirar al cielo, ver un pájaro
volar y querer imitarlo). ¿Será este mi pecado y el de la sociedad en la que
sobrevivo? Y luego, tras meterle los dedos en los oídos a un ciego, y tocarle
con su saliva la lengua, otra palabra de Jesús: «Effetá», es decir, «ábrete». Y
el oído y la lengua del ciego se abrieron y este pudo oír y hablar. ¡Poner
palabras en la boca de alguien, qué maravilla! O sea, todo palabras de liberación,
de escape, y, como diría San Juan de la Cruz, de «darle a la caza alcance» (19:09:25).