9 de marzo de 2019. Sábado.
ESTREMECIDO
Poesía en el aire, en Murcia. F: FotVi |
-Con devoción cojo un
libro de mi breve y transportable biblioteca y lo abro al azar. Y leo: «Como si
nunca hubiera sido mía, / dad al aire mi voz y que en el aire / sea de
todos y la sepan todos / igual que una
mañana o una tarde». (Don de la ebriedad,
de Claudio Rodríguez). La voz, la palabra: o la envoltura y capa de la idea. En
la palabra se envuelven las ideas como la luz en la gota de agua o el silencio
en el interior del que contempla y valora el mundo y las cosas. La palabra es
la abadía de la idea, donde esta vive y respira. Y dar al aire la voz, la palabra,
es como echarla a volar, para que se detenga allí donde la escuchen y la
respiren, sin distinción de sexo, lengua o nación. Es la grandeza y la
debilidad de la poesía, que está hecha de palabras, y de palabras que, como la mies,
se echan al viento, para que en el viento vuelen y digan cosas y, quien tenga
el oído fino y capte el eco, pueda oír la belleza del verso o de la prosa que voló y se posó
en ti. Y te estremeció, como te estremece un paisaje; en este caso, un paisaje
del alma, donde habitan los ideales y lo silencios, y, casi
siempre, Diario, las buenas intenciones (18:40:17).