4 de abril de 2020. Sábado.
SILENCIOS
Un corazón en el cielo, señal de liberación. Casa Sacerdotal. Murcia |
-El coronavirus anda por
el mundo como un silencio poderoso que va dejando acta de su presencia,
matando. Mata y se marcha, sin otro ruido que el de la muerte y su cohorte de
mudez. Afonía trágica. Es tan silencioso como un libro o la sombra del árbol, pero infinitamente más dañino. Hay
silencios que destruyen y silencios que instruyen. Por ejemplo, matan los silencios
de los ojos del tigre mientras eligen su presa, e instruyen los garabatos de
las líneas escritas del libro, que, en tanto las descifras leyéndolas, te van
dando sabiduría y belleza, y una ética, o moral, con la que vivir en paz
contigo y con el vecino más próximo. Tu prójimo. Hay silencios que gritan y
otros que reptan como el de las serpientes. El silencio del coronavirus repta y
muerde, y deja la herida, que, si no mata, tardará en cicatrizar. No hay grito
más hermoso y silencioso que el del libro, que calla y espera a ser abierto
para darnos su opinión y luz sobre las cosas, sin forzarnos, siempre en
libertad. Y con el silencio de los libro, el silencio de Dios, al que, en esta infeliz
pandemia, me aferro, y le hablo, y
dialogo con él, e intento entenderlo, y que me entienda, y obrar en
consecuencia; es decir, proteger al prójimo y protegerme yo. Me quedo, pues, Diario,
con el silencio de los libros y el silencio de Dios, tan elocuentes (18:24:59).