jueves, 9 de abril de 2020

9 de abril de 2020. Jueves.
LAVATORIO DE LOS PIES-POEMA

Jesús lava los pies a la humanidad.  F. Googel

-El jueves, antes de ir a sufrir la pasión, Jesús, que estaba cenando con los suyos, «se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoles con la toalla que se había ceñido». Y uno de los discípulos, con los años, recordaba, emocionado, todo esto así:

Contaba Juan que Jesús,
“habiendo amado a los suyos,
que estaban en el mundo”
(tú, yo, el amigo, el que no lo es,
el traidor, el oficialmente bueno,
el oficialmente malo, el más pobre,
el que lo es menos, el que tú sabes,
el que Dios sabe, todos),
“habiendo amado a los suyos,
los amó hasta el extremo”.

Y oía al pueblo decir:
¡Te amó, me amó, nos amó!

Y recordaba:
“Estaban cenando y Jesús,
sabiendo que el Padre
había puesto todo en sus manos,
se levanta de la cena,
echa agua en la jofaina
y se pone a lavarles los pies a los discípulos”.

Y seguía oyendo al pueblo:
Es decir, se pone a lavar los pies
a ti, a mí, al amigo, al que no lo es,
al traidor, al oficialmente bueno,
al oficialmente malo, al más pobre,
al que lo es menos, al que tú sabes,
al que Dios sabe, a todos.

Siguió recordando:
“Cuando acabó de lavarles los pies,
les dijo: ¿Comprendéis
lo que he hecho con vosotros?
Pues si yo, el Maestro y el Señor,
os he lavado los pies,
también vosotros
debéis lavaros los pies unos a otros”.

Para oír otra vez al pueblo:
Es decir, tú a mí, y yo a ti;
y tú y yo, al amigo, y al que no lo es,
y al traidor, y al oficialmente bueno,
y al oficialmente malo, y al más pobre,
y al que lo es menos, y al que tú sabes,
y al que Dios sabe, a todos.

Y, al recordar, se dijo a sí mismo:
Lavar los pies. ¿Estamos dispuestos?
¿Atarearnos con Jesús
en este acto de amor?

Y oyó de nuevo al pueblo:
Lavar los pies,
enjugar las lágrimas,
dar la mano al de manos limpias,
y al de manos sucias;
besar las llagas del bueno
y del oficialmente malo;
ceder el paso al pobre
y al que lo es menos;
dar una palabra de aliento
al que te estima
y al que te niega el saludo;
abrazar el bien
y rezar por el mal.

Y terminaba Jesús:
“También vosotros
debéis lavaros los pies;
lo que yo he hecho con vosotros,
vosotros también hacerlo conmigo”.

Y el pueblo, emocionado, dijo:
¡Amén!
Y amén, Diario, digo yo (10:19:59).

miércoles, 8 de abril de 2020

8 de abril de 2020. Miércoles.
LA BIENAVENTURANZA DEL SERVICIO

Carecer de piedad, es la pobreza más destructora. El Roto. El País

-«El cristiano existe para servir», ha dicho el Papa Francisco. Servir es ponerse en las manos y la delicadeza de la madre para atender al hijo enfermo. O llorar en las lágrimas del hijo que ha despedido a su padre en la estación de la muerte sin haberle podido dar un beso. O ponerse en el hospital la bata, la mascarilla y los guantes, y cuidar al enfermo como Jesús a los leprosos, tocándolos, dejándoles un rasgo de humanidad, una palabra, mirándolos con ojos de madre, o de amigo, con gemido. O andar con la fregona higienizando centros de salud o con la manga desinfectando lugares públicos, sin un mal gesto, con fidelidad sagrada a su oficio. O el transportista que conduce horas y horas al volante, con su familia en casa, y sin tiempo a veces para degustar un café, o dar una cabezada. O el que lleva o trae recados, como voluntario o por una propina, depende de la voluntad del servido para que la propina sea más o menos modesta, más o menos agradecida. O el que atiende a un anciano, y lo limpia, y le lleva la cuchara a la boca, y le habla con palabras amables, y le dice «amigo» o «padre», o «qué bien te encuentro», y lo deja con la sensación de haberle alegrado un poco la soledad. O el que, tras la mampara o la mascarilla, atiende al cliente en la farmacia, en la panadería, en los supermercados, y tratan de apaciguar así la enfermedad o el hambre de pan, haciéndose samaritanos del necesitado (y tirado) a la orilla del camino. Ahora pienso en lo que dijo Jesús: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia», o la bienaventuranza del servicio: pues «se existe para servirse» (12:05:42).

martes, 7 de abril de 2020

7 de abril de 2020. Martes.
DURA BATALLA

"¡Es primavera!", dice el tulipán con alegría. Estambul. Turquía. 

-Seguimos en casa, como pajarillos en sus nidos; pues la casa, según Joseph Ratzinger (Benedicto XVI), es lugar de salvación, refugio seguro, castillo protector contra el caos. El caos, que hoy es un virus, pero que mañana puede ser una guerra, o una caída inesperada, o el alocado modo de avanzar temeraria y descontroladamente la humanidad. Decía Antonio Gala, que la «casa es el lugar donde uno siempre es esperado», y celebrado. La casa es el lugar de los bellos y emotivos reencuentros. O la casa del padre, decía el hijo pródigo. «Me levantaré e iré a mi padre», a mi casa, donde me aguarda el amor. Aunque haya un hermano envidioso y disgustado que proteste. La casa es el hogar alrededor del cual toman asiento los que se quieren y se miran con ojos pacíficos, y se cuentan cosas íntimas junto al fuego. Recuerdo Casas Nuevas, mi primer destino sacerdotal. Cuando llegabas a una casa y, frente a la lumbre en el hogar, te ofrecían un poco de vino y conversación, podías estar seguro de que allí tenías amigos. «Hogar es donde habita el corazón», significaba Plinio el Joven, gobernador romano. Veinticuatro días encerrados ya; y en dura batalla, aunque pacífica, con este virus, que sin dejarse ver, ataca y mata, y se reproduce a una velocidad de vértigo. Esperamos vencerlo, Diario, pero, hasta que llegue esa anhelada victoria, cuánto mal está haciendo el antipático y malhadado bicho (18:48:39).

lunes, 6 de abril de 2020

6 de abril de 2020. Lunes.
OTRA PANDEMIA

Agua de lluvia en el árbol. Lagos de Plitvice, Croacia

-He descubierto que existe otra pandemia (colateral a esta del coronavirus), y que nos la han impuesto, sin parpadear, las advertencias sanitarias. Entre las cosas que nos dicen: «No hagas esto, prívate de lo otro» (al fin todo consiste en prohibiciones: más que las del Decálogo), sin embargo, esta ha sido la que más éxito ha tenido. Ni la de no salir, no exponerte a la brisa ni a las personas (contaminan, dicen; ¡ah, la brisa y las personas!), evitar hablar a menos de un metro y medio ¿(por qué no hablar con el lenguaje de La Gomera: por medio de silbos, digo?); es decir, confinamiento total. Todo comprensivo y asumible, y aun digerible. La salud (ese don imponderable) nos lo exige. La salud por encima del dinero, del poder, del prestigio. Al fin y al cabo, es la vida. Sin vida, nada vale nada, todo es inútil, superfluo, ruina. Los gorriones, las palomas, los mirlos, señores de la calle, de los árboles. Libres como las nubes del cielo. Bajan de los tejados y comen en el suelo, mínimas cosas que ellos saben distinguir. Pues lo que decía: existe otra pandemia, ésta protectora y útil, benéfica: la de lavarse frecuentemente las manos. El jabón (se ve que el virus viene de la suciedad) la más eficaz medicina contra el Covid-19. Con el agua. Como en el bautismo, el agua lava, purifica, da vida. El agua, Diario, es gracia, sin ella nace y se hace duna insegura y variable el desierto, lugar de alacranes; con el agua, oasis protector (12:55:08).

domingo, 5 de abril de 2020

5 de abril de 2020. Domingo.
AUNQUE PAREZCA NO ESTAR

Palmas en la noche, del alma. Torre de la Horadada.

-Tras esta pandemia, el mundo será otro. ¿Mejor, peor? Creo que será más solidario, más cercano, con más hermosas miradas cruzándose entre las gentes en señal de amistad. Será un mundo, así lo espero, más espiritual, más dado a la vida interior, a ese paisaje íntimo y esencial de nuestro ser, donde nos encontramos con nosotros mismos y nos conocemos mejor. Hoy, Domingo de Ramos, no habrá palmas en las calles, ni ramos de olivo, ni hosannas al que viene en el nombre del Señor, ni la entrañable imagen de Jesús montado a lomos de una cariacontecida y tierna borriquilla. Ni habrá niños absortos contemplando esa imaginería misteriosa que camina al ritmo de los latidos de su corazón. Es decir, pausadamente, con la lentitud de la mano de la madre que se posa en la frente del hijo con fiebre. Este año todo eso se suprime, digamos (con todo respeto) que se ha desmontado el circo, la apariencia, pero no el espíritu de la fiesta. En cada uno de nosotros caminará la fe haciendo el milagro de ver a Jesús entrando en Jerusalén montado en su humildad, en su ofrenda, en su servicio a la humanidad. Y caminará acompañado de lo mejor de nosotros mismos, como uno más, a nuestro lado, diciéndonos: «Ama a tu prójimo como yo os he amado». Esos han sido, Diario, el ramo de olivo y la palma que hoy hemos llevado en las manos de la fe, ante el Cristo que pasaba, «aunque pareciera no estar» (17:51:55).

sábado, 4 de abril de 2020

4 de abril de 2020. Sábado.
SILENCIOS

Un corazón en el cielo, señal de liberación. Casa Sacerdotal. Murcia

-El coronavirus anda por el mundo como un silencio poderoso que va dejando acta de su presencia, matando. Mata y se marcha, sin otro ruido que el de la muerte y su cohorte de mudez. Afonía trágica. Es tan silencioso como un libro o la sombra del árbol, pero infinitamente más dañino. Hay silencios que destruyen y silencios que instruyen. Por ejemplo, matan los silencios de los ojos del tigre mientras eligen su presa, e instruyen los garabatos de las líneas escritas del libro, que, en tanto las descifras leyéndolas, te van dando sabiduría y belleza, y una ética, o moral, con la que vivir en paz contigo y con el vecino más próximo. Tu prójimo. Hay silencios que gritan y otros que reptan como el de las serpientes. El silencio del coronavirus repta y muerde, y deja la herida, que, si no mata, tardará en cicatrizar. No hay grito más hermoso y silencioso que el del libro, que calla y espera a ser abierto para darnos su opinión y luz sobre las cosas, sin forzarnos, siempre en libertad. Y con el silencio de los libro, el silencio de Dios, al que, en esta infeliz pandemia,  me aferro, y le hablo, y dialogo con él, e intento entenderlo, y que me entienda, y obrar en consecuencia; es decir, proteger al prójimo y protegerme yo. Me quedo, pues, Diario, con el silencio de los libros y el silencio de Dios, tan elocuentes (18:24:59).

viernes, 3 de abril de 2020

3 de abril de 2020. Viernes.
VIERNES DE DOLORES

Viren de los Dolores, Salzillo. Viernes Santo, Murcia.

-Hoy, en una Mujer Santa, se celebra el día del Dolor. En Murcia, este viernes de Dolores, se teñía de azul, como si el cielo se hubiera caído sobre la ciudad. O que la ciudad mirara, hablara, y caminara en un paisaje plenamente azul. Miradas azules, palabras azules, pisadas salpicadas de azul. Como si un avatar de ensueño nos envolviera amablemente. María, la madre de Jesús, nos enseña a sufrir y a contemplar el sufrimiento. Para ir así asumiendo que hay que meterse en el dolor del otro, si de verdad lo amas. Ella mira el dolor de su hijo y se deja invadir por ese mismo dolor, que, como una espada, le va traspasando el corazón. Poco a poco: espada que cada vez se va hundiendo más, sin piedad, con saña golosa en sus entrañas. Lo profetizó Simeón: «Una espada de dolor te atravesará el corazón». Nada como el dolor de la madre que ve el dolor de su hijo; el hijo que salió de sus entrañas y ahora vuelve a ellas dolorido, maltratado, con la burla de una corona de espinas. Lo dijo San Juan  Pablo II: «El sufrimiento humano ha alcanzado su cota más alta en la pasión de Cristo». Y que, con la misma altura, y pavor, alcanzó también a su madre. Que lo soportó de pie, Diario, y mirando a la cruz, aunque llorosa. Hoy día del dolor, felicito, no obstante, a todas aquellas amigas que celebren su Onomástica, encerradas. De todo corazón. Y rezo por ellas: con un beso, virtual (18:29:17).

jueves, 2 de abril de 2020

2 de abril de 2020. Jueves.
LIBRO DEL NIÑO

No es esta, pero parecida, en el jardín. Torre de la Horadada.

-Esta mañana, al despertar, he visto una polilla pegada a la cortina de la ventana. Un triangulito color tierra, allí meditativo. Grande como una mariposa; pero pequeño como la fragilidad. Y me he dicho: «¿Traerá buena suerte?» Es lo que dicen de las mariposas que vuelan cerca de ti, que con sus vuelos en zigzag te rocían de bondad, de felicidad. ¡Ah!, ser felices en tiempos de pandemia, como una florecilla de almendro, que sabe que un día será fruto, y se afana en madurar. ¡Difícil, pero posible! Hoy es el día mundial del libro infantil, donde se aprenden la vida y las letras; la vida con sus contratiempos y desafíos, sus luces y heridas; y las letras, rebeldes y conspiradoras, a veces, pero portadoras de sabiduría y libertad, y donde se puede gustar el sabroso manjar de los grandes sueños y utopías, como las de vencer a los enormes y mínimos ogros, y sin olvidar a los ogros que triunfan dentro de nosotros mismos: el egoísmo, la ira, la avaricia, el no mirar a tu lado y ver al que camina junto a ti y que llamamos prójimo, el no hacer loa de la naturaleza, o el no desear poseer los cien pájaros que vuelan y soltar el que tienes en la mano, porque lo suyo es volar. Etcétera. Libros del niño: o evangelios del bien para cuando la vida azote y haya que desempolvar el recuerdo y escavar en las piedras de ayer para reconstruir la ciudad del porvenir. Libros de ayer, Diario, para el bello y libre existir del mañana, con el que hay que lidiar y salir ileso del lance (18:53:33).

miércoles, 1 de abril de 2020

1 de abril de 2020. Miércoles.
LITERATURA EN LA CALLE

Aunque de oscuro, esperando la paz. Esta mañana, desde mi balcón. Casa Sacerdotal.

-Anoche di un paso desde marzo y me encontré en abril, como si saltara de Pinto a Valdemoro. Abril, el mes de la abierta primavera, cerrado por el insidioso virus. El virus nos está coartando la imaginación y la creatividad, el trabajo y los sueños, la cercanía y la amenidad. Abril era el mes en el que se presentaban libros: poemarios, novelas, ensayos. La literatura se hacía velada, diálogo; con ella, se abría la puerta a la cultura, se entonaba un himno a la sabiduría. Los escritores, modestos o brillantes, leían sus libros, y entre el autor y el oyente se creaba una corriente de empatía que iluminaba las palabras, y se hacía casi táctil la belleza. Tocar la belleza, como se toca a un hijo o a la madre que lo cuida. O la luz y el misterio, o tu corazón latiendo al unísono con los textos que salían de la boca del autor, levitando. En abril, y en estas veladas, se celebraba la literatura y la modestia, y la creatividad sin engolamientos. Ahora, todo esto ha quedado silenciado, mutilado, el virus se ha llevado el gozo de comunicarse, de darse en la tertulia; ha silenciado la vida nueva literaria que siempre brota por abril. Pero, cuando esto pase, ahí seguirán el amor, la vida, la bondad, el paisaje, la sabiduría, el silencio, la tragedia, la persona, y las palabras, que son las que narran y embellecen este acontecimiento al que llamamos aventura humana, en verso o en prosa, pero siempre con el corazón puesto en el hermoso relato de la vida, y aun de la muerte, y con una audiencia que vibra con el poeta o se conmueve con el narrador. Esta es, Diario así la he llamado, literatura en la calle (18:58:28).

martes, 31 de marzo de 2020


31 de marzo de 2020. Martes.

UN PUNTITO PERDIDO EN EL ESPACIO

Un puntito perdido en la galaxia. Torre de la Horadada.

-«Veía yo la tierra desde el centro de la galaxia y se me aparecía como un puntito perdido en el espacio, azul, muy bello, allá lejos; ahora, ese punto ha desaparecido y todo es nada», he oído decir esta mañana al sabio, que escondía el rostro entre las manos y lloraba. Ha desaparecido de su visión la tierra, pero ha quedado un «¡ay!», que llega como una señal terrible de dolor y angustia a sus oídos. Hoy, 31 de marzo, hay dolor, sí, en la tierra. Se nos han marchado once días de primavera, días que han sido días de lluvia y frío, y un virus loco incordiando. El coronavirus, ese matón venenoso y fatídico, perturbador, hasta ahora mata y da miedo. Sin embargo, la esperanza y la fe, las dos alas que nos permiten volar más allá de nosotros mismo, han empezado a agitarse. Intentan volar. Son como el libro que siempre queda en la biblioteca, y ahí aguarda ser redimido de su soledad y su silencio. Para decirte cosas y enseñarte. Diario, cojamos los libros de la fe y la esperanza y comencemos a leer, tal vez nos salven y el viejo sabio pueda volver a ver desde el centro de la galaxia este puntito azul y bello que nos sustenta y da vida, que nos eleva y nos redime, nuestra casa común, tan maltratada, sin embargo, a veces (19:01:50).

lunes, 30 de marzo de 2020

30 de marzo de 2020. Lunes.
UNA PEQUEÑA LUZ

Órgano del mar, en la oscuridad de la noche. Zadar. Croacia. 

-«Aún sigue la oscuridad», dijo el sabio, «intentaré ser una pequeña luz, para iluminar un poco mi alrededor». Es decir, como la luciérnaga que ilumina una pequeña mota del jardín. Jardín donde viven, con ella, la cigarra y el grillo, y la tierra bendita que los nutre y sostiene. «Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana madre tierra, / la cual nos sustenta y gobierna, / y produce diversos frutos con coloridos colores y hierba», canta San Francisco de Asís. Loa que harían con él la luciérnaga, la cigarra y el grillo, y la lombriz, y el silencio que se mueve y les habla desde las tinieblas que procura la noche. No respetamos la tierra y luego le pedimos que nos proteja, que, como el girasol, mire siempre hacia el astro rey. El sol nos contempla, nos sonríe un tiempo, nos da bonanza y cosechas, alimenta nuestra soberbia, y luego se esconde, en una larga y tenebrosa noche de lobos, olvidando los campos y bosques, y a los humanos, desnudos y con el frío de su ausencia. Por esta razón, y ahora que se ha ocultado el sol, seamos cada uno un pequeño y diminuto sol, que ilumine y alegre su entorno. Seamos esa cerilla que abre la oscuridad y nos hace ver lo que ocurre en nuestro derredor: el amor con que se mueve la gente sencilla y amable; esa gente que hace que la oscuridad sea menos tenebrosa, más ligera de llevar; esa oscuridad iluminada que, a veces, Diario, te hace tocar y sentir la Trascendencia, y amarla (19:12:07).

domingo, 29 de marzo de 2020

29 de marzo de 2020. Domingo.
EL ESPÍRITU VUELA

Con forma de virus, pero flor al fin. En el jardín. Torre de la Horadada. 

-Un día más en la incertidumbre de la espera. Unos, abrazados a la fe, y los más, a la esperanza, pero todos aguardando a que se abran los cielos –Isaías–, y nos lluevan el rocío de la liberación. Con la esperanza nos fortalecemos. Porque miramos por la rendija de lo posible, de lo alcanzable, para poder dar caza a ese pájaro que vuela, aunque hayas tenido la suerte de alcanzar a los otros cien que le precedían. O de beber la gota de agua que cae delante de nuestra sed en el desierto. La esperanza es contraria a la frustración, al derribo, al caerse y no lograr levantarse. La desesperación es el derrumbe, el desplomarse la ciudad y quedar sepultado bajo sus escombros. Pero aunque caiga la ciudad, el espíritu vuela. Siempre. Y somos muchos volando en ese espíritu. Ya nos decía Pericles, el griego, que «no nos podemos salvar individualmente», sino en racimo, cogidos todos al deseo de sobrevivir. Y el poeta Paul Eluard: «No iremos hasta el fin de uno en uno, / sino de dos en dos». Recuerdo que en los Cursillos de Cristiandad, Diario, solíamos decir con fe de martillo que modela el hierro, aquello de: «Cristo y yo, mayoría absoluta». Para luego añadir: «¡De colores!», con la alegría del liberado y vencedor (18:22:51).

sábado, 28 de marzo de 2020

28 de marzo de 2020. Sábado.
CON EL VIRUS

Todo Amor es sufrimiento. Catedral de Colonia. Alemania

-Un día más, despierto, y me doy con el virus. En la radio, en la televisión, en la soledad. La soledad, sin embargo, acompañada de libros, no solo de novelas, sino también de poesía, tebeos, ensayos, lecturas bíblicas. Desempolvar la biblioteca, abrirla y que ría en tus manos. Que hable contigo. En la Biblia hay historias de santos y de perversos, de batallas y de viajes, de dioses y de Dios, es un libro total. En él se dan cita: la verdad y la mentira, el castigo y el amor, la esperanza, la poesía. También, el terrible dios nacionalista y el humano Dios universal, o el que «está sin parecer estar». El invisible, que diría El Principito, y el que se manifiesta en el mendigo, en el pedazo de pan que se da, en el beso al leproso, en la mascarilla que se hace en familia para salvar a otras familias. Donde hay una pizca de honestidad y de amor, allí está Dios. Y ahí puedes estar tú, estimado lector. Haciéndote a ti mismo la vida más llevadera, con Dios de la mano. Si hablas con un libro, contigo mismo, o con Dios, la soledad, se lleva más fácilmente, y no se te oxida el ingenio del diálogo y la conversación, ni el del amor. Ah, y decirte, Diario, que si escribo en lo que creo, es solo por ayudar, por poner un poco de azúcar en el acíbar de cada día, por darle una salida al miedo, y explicar y explicarme un poco lo que es el dolor (12:26:23).

viernes, 27 de marzo de 2020

27 de marzo de 2020. Viernes.
EL OTRO GRAN SILENCIO

Crecen juntas, sin miedos. Casa Sacerdotal. Murcia.

-Tengo un amigo en Casa, que a cada momento se está lavando las manos con jabón. Que no está mal. Pero hay que clamar por la moderación: no se puede derrochar el agua así como así. El agua, un bien escaso, clama en el grifo. Yo oigo sus gemidos de angustia. Se lo digo (por teléfono) a mi amigo y me hace caso: «Respetaré al agua y al jabón, pero no al miedo», me dice, y ríe. Y lo comprendo. El miedo, que es libre, esclaviza sin embargo a los humanos. Al que teme morir, le persiguen dos miedos: el de la muerte y el miedo a morir. El miedo arruina vidas, antes que llegue el gran derrumbe de la muerte; o el último e inevitable silencio. Pero en este silencio, se nos abre el otro Gran Silencio. El que nos anuncia y describe la fe: el Silencio que habla y acompaña, el Silencio de la amistad, el Silencio, Diario, de la Bienaventuranza, en el que se valoran la carencia y la inocencia, o al Pobre y al Niño, a la Debilidad, con sus miedos y dudas, sus inquietudes y ansias todas, sus jadeos interiores (19:40:09).

jueves, 26 de marzo de 2020

26 de marzo de 2020. Jueves.
NOS HACEMOS JOYA

Atados, pero libres. San Blas. Santiago de la Ribera.

-El coronavirus nos ha llevado a otra tanda de ejercicios (espirituales). Otros quince días de meditación y reflexión, de clausura. Como la perla en la ostra, nos hacemos joya. Quizá, a partir de ahora, valoremos más la vida, cada instante, cada destello, a pesar de lo adverso, lo trágico sin nombre (o con nombre) de este bicho raro. Pasará la sombra y se hará la luz. O como le dice Don Quijote a Sancho: «No es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado muchos el mal, el bien está ya más cerca». Es lo que debe decirse la perla por tanto sufrir dentro de la ostra. Debe ser como el mármol del que nace una escultura. Martillazo a martillazo, cuánto sufrimiento el del bloque de piedra; pero cada astilla que salta, cada punzada de dolor que sufre, sabe que está más cerca la figura que dará luz y esplendor a la roca. Belleza: la Piedad de Miguel Ángel. Estaba allí, pero nadie la veía. Hasta que llegó el artista y vio lo que latía en el interior de aquel pedrusco. Y golpe a golpe, con sudor y dudas, con la fe del que muerde en la manzana, hirió a la piedra, y de la piedra brotó la maravilla. Sucederá lo mismo con cada uno de nosotros. Dentro de cada uno existe una perla, una joya, una luz, que quizá no conocíamos, o sí: pero que al despertar de este mal sueño, brillará con más fuerza, será un incendio, con toda la belleza del fuego tratando de escapar en las llamas hacia arriba, donde sospecha que está Dios, al que quiere tocar y hablarle, y decirle que ha llorado, pero que al fin, en él, ve la claridad, y, en su piedad, la paz (18:58:54).

miércoles, 25 de marzo de 2020

25 de marzo de 2020. Miércoles.
VIOLINES DE ORO

El sol se queda en el jardín. Torre de la Horadada.

-El sol, hoy, me da en la cara. Como ayer el agua de lluvia. Y me hace meterme en su concierto, como un instrumento más de su música, de sus violines de oro. El sol, hoy, suena a Vivaldi, es primavera. Aunque nos duela el coronavirus, sus terribles zarpazos, sus mordiscos fatales. Pero con Vivaldi tocamos la esperanza. En la Casa Sacerdotal, donde vivo, todo parece ir bien, no ha habido hasta ahora ningún caso de esta peste agorera. Encerrados en nuestras habitaciones, cuidados por unas mujeres con alma de madres (ángeles), unos leen, otros escriben, otros tiran de su vejez con dificultad, otros hacen bucles de sueños con su juventud, pero todos rezamos. Rezar es entrar en la aventura de Dios. Andar con sus pasos. Poner a Dios en tu boca y que diga poemas que a veces no entiendes. Pero que siempre, Diario, son brisa, amor que late, libertad que vuela, esperanza  (18:42:56).

martes, 24 de marzo de 2020

24 de marzo de 2020. Martes.
LA LLUVIA HABLA

Los héroes, con lluvia y fumigando la ciudad. Desde mi encierro. Murcia

-Día de lluvias amigas, serenas, que vienen a hacernos compañía en nuestras casas y a aliviarnos la soledad. Vienen a hacer más llevadero nuestro aislamiento. Oigo a la lluvia pasar por la terraza, quedar unos instantes en las hojas de los árboles, de las plantas, y luego ir a mojarse en el agua de las fuentes. Allí se hace río, corriente, y pierde su esplendor de gota de lluvia, pata confundirse con el todo. Pasa de prisa por el árbol, por las cosas, y se detiene en las hojas del rosal. En la rosa, casi se hace polen en su interior, que liban las abejas. Mojarte de lluvia es estar dentro del concierto de la creación. Se oye su música, su aliento. Cuanto te moja, la lluvia también habla, dice lo que el músico o el poeta intentaron expresar con sus notas o palabras. ¡Esa gota de lluvia que se ha detenido en ti! ¡Qué nota más bella la que te da en la boca o en los ojos! Para que cantes. Con el fluir de la lluvia, Diario, me siento más libre, y más sensible, es como tocar el cielo descendido en su caída, con dedos de pureza, de niño asombrado, y liberado (11:35:35).

lunes, 23 de marzo de 2020

23 de marzo de 2020. Lunes.
¡POR FA, LIBRES!

Libre, como el viento. Playa de Las Canteras. Las Palmas. Gran Canaria

-Con Benjamin Constant, filósofo y político francés, yo le diría al señor Sánchez: «Rogamos al que manda que se mantenga en sus límites, que se circunscriba a ser justo, que nosotros nos encargaremos de ser felices». Uno a uno, le pedimos, que nos deje ser felices, y héroes, y, ante todo, libres. Ignore el colectivismo, que, entre otras, ha sido una de las causas que nos ha llevado al desastre de la pandemia; ejemplo: el 8 de marzo. Déjenos ser enfermos, médicos, limpiadores, enfermeros, celadores, conductores de ambulancia, militares: déjenos, por favor, ser libres; déjenos ser mensajeros, transportistas, carteros, pilotos, controladores aéreos, conductores de autobuses, maquinistas, taxistas…, pero libres. Sin que usted nos lo pida, lo que hacemos lo hacemos porque es nuestra obligación, y lo hacemos con vocación preocupada, pero ilusionada. Que, cuando nos dedican un aplauso, habrá visto que nos brilla en los ojos el agradecimiento, y, en nuestras manos, lo convertimos en otro aplauso de gratitud, como un aleluya de vida, de amor, de libertad. Por favor, señor Sánchez, déjenos ser libres, incluso para ver lo que nos guste en televisión, que aparte de leer, de escribir, de soñar, de jugar con los niños, es lo único que nos queda de distracción en la hermosa pero monótona cárcel de la casa. ¡Por fa, libres! (18:28:02)

domingo, 22 de marzo de 2020

22 de marzo de 2020. Domingo.
EL SILENCIO DE LA LUZ

Un poco de luz, entre el ramaje de la tiniebla. Torre de la Horadada.

-«En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz», dice San Pablo, en tiempo de tinieblas. La tiniebla es el silencio de la luz, su lado oscuro y terrible, donde se acumulan todas las cegueras. Extiendes las manos y nada palpas, nada reconoces, solo noche cerrada. Y, al andar, das traspiés, tropiezas con tus limitaciones, con tu soberbia. Estamos en el lado hosco, inquietante, de una pandemia, en su interior más desolado, más incierto. Y nos preguntamos: «¿Saldremos de este túnel, de esta selva de confusión y malezas?» Pero San Pablo nos alienta: «¡Seréis luz!». Seremos luz en la solidaridad, en la piedad, en el amor. Actitudes y comportamientos que estos días están iluminando nuestro precario caminar. Es decir, ser la cerilla que se enciende en la noche para que los demás puedan andar, y que el ciego, fiándose de la palabra de quien le untado los ojos con barro hecho con saliva, vaya a la piscina de Siloé y se lave, y vea la luz. Que la noche se haga claridad, esplendor, bosque de estrellas. Mañana diremos: «¡Por fin, la luz!», y nos restregaremos los ojos, incrédulos, y vendrá la alegría a nuestras vidas, y veremos el horizonte brillar. Y a los niños salir al parque a jugar, y los a padres reír, y los silencios de ahora, Diario, se convertirán en júbilo incontenible, y habremos salido de las tinieblas, y, con la luz, nos sentiremos luz. Y nos podrá decir San Pablo: «¡Ahora sois luz..., en el Señor!» (13:27:47)

sábado, 21 de marzo de 2020

21 de marzo de 2020. Sábado.
¿CREER EN LO INVISIBLE?

Creyó ser luz ,y lo fue. Torre de la Horadada.

-Aunque el día amanece turbio, como algo viciado, hoy es el día de la Poesía. Aunque los sueños parezca que se los ha llevado el covid 19, que ya no están ahí, que se nos han escapado por los ojos y el cansancio, hoy es el día de la Poesía. A pesar de la tristeza y el dolor, de las escuelas sin niños y las calles vacías, de la vida confinada, de los miedos que causa la tragedia, hoy es el día de la Poesía. Y de los Bosques, los que alimentan nuestras ideas y palabras, los versos y sus silencios, la vida toda; es decir, el árbol y la fauna, el manantial y la brisa, la pureza y el aire, y la contemplación. Un día más y ya son seis de encierro, de miedos, de intimidad familiar, de angustia por el futuro; pero también de mirar al más allá, al infinito, donde se fortalece la fe y se construye la esperanza, y se toca el amor. Estamos recluidos, pero no vencidos, todavía podemos mirar al cielo y rozarlo con la fe. Encontremos nuestras miradas allá arriba, que, como en el campo abierto, no hay rejas, ni vallas, solo horizontes, todo libertad. En un mundo descreído, egoísta, quizá solo nos quede la esperanza de que Alguien, desde arriba, nos mire con bondad, con ojos de misericordia, con una sonrisa paternal, y nos salve. Miremos al cielo, Diario, y, como El Principito, creamos en lo Invisible (18:14:13).

viernes, 20 de marzo de 2020

20 de marzo de 2020. Viernes.
OLVIDO CLAMOROSO

Porque desaparezcan estos nubarrones del cielo. Murcia.

-Un día crudo y feo, como un zarpazo de dinosaurio. Día nublado arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra, donde el virus coronado no deja de incordiar y encerrar en sus casas a la gente. Sin embargo, qué triste la soledad de los cargados de años y de achaques: muchos siguen olvidados en su eterno y triste confinamiento. Los hay que no tienen quien los llame ni a quién llamar. Otros sí tienen quien los llame, pero estos no tienen voluntad de hacerlo, o porque se han dormido en los laureles de su despreocupación, o por un olvido clamoroso. Espero que algún día no les pasen factura a ellos estos descuidos imperdonables. Olvidar a los mayores en cualquier tiempo, pero más en tiempos como este, es un sacrilegio. Es como matar a Dios en el anciano, en el ser que un día era él quien amaba, el que costosamente, y con su trabajo, sacaba adelante la casa, el que se quitaba el pedazo de pan de la boca para que pudiera alimentarse la familia; es decir, las madres y padres de entonces son los descartados de ahora. Mi pequeña oración de hoy, Diario, va por ellos, por sus arrugas, por sus ojos cansados, por su torpes pasos, por su debilidad, para que no les falte el cariño y el respeto de los suyos, que el amor los hará más fuertes y confiados, más felices en su vejez (18:35:05).

jueves, 19 de marzo de 2020

19 de marzo de 2020. Jueves.
INCÓGNITA

Ya se ven brotes nuevos, en el jardín. Torre de la Horadada. 

-Estos días, al despertar, pienso y me pregunto lo mismo, supongo, que cada cual: «¿Pasará este día sin contagiarme?» Incógnita. Y es que como dice Bieito Rubido esta mañana en ABC: «La duda es siempre la búsqueda de la vida». Entre vacilaciones y titubeos, entre afirmaciones y reniegos, siempre andamos tras la vida, que se nos escapa, se nos escurre por el tiempo, aunque, al final, trate de demorarse y se parapete tras la vejez. La vida es una vejez que se alarga, desde que se nace hasta que llega la poda del árbol, su final. Pero del fruto caído en tierra, nace otra nueva vida, que se prolonga de nuevo en la vejez, y, así, hasta llegar a tocar con nuestras viejas manos, y entre dudas, la inmortalidad. Ser inmortal, o el sueño de la felicidad, con Dios rondando por ese mundo en el que ya vivimos, Diario, desde la fe (19:07:35).

miércoles, 18 de marzo de 2020

18 de marzo de 2020. Miércoles.
UN ANIMAL TEMBLOROSO

Al final se hace la luz, pero antes hay que pasar el túnel. Torre de la Horadada.

-La epidemia (el covid 19, o coronavirus) avanza, y el ser humano aparece cada vez más empequeñecido, más débil: un animal tembloroso. Si hubiera un lugar más alto que nuestra superioridad, nos veríamos como insignificantes hormigas asustadas, huyendo hasta de nosotras mismas. La insignificancia ha oscurecido a la prepotencia. Como en un eclipse de sol, la luna ha logrado tapar al astro rey, y convertir a éste en un borrón de tinta negra. Pero el sol, a pesar haber sido nublado, como tachado por la luna, reverbera por los lados, se desborda del cerco de oscuridad en que lo ha metido la luna, desea seguir iluminando, dando vida, hasta que, al fin, lo logra. Y es que como dice Rafael Narbona, hablando de La Peste de Albert Camus, y trayendo aquella situación a la de ahora: «Nuestra campana de cristal se ha agrietado. No somos invulnerables». En estos días de reclusión, temo por la convivencia, por la mirada amiga, por la palabra amable, sosegada, misericordiosa. Hay veces que el egoísmo prevalece sobre la fe y el amor, y nace la desconfianza. Desconfianza que, sin embargo, trato de apartar de mí, Diario, para fortalecer mi fe y, con la fe, el amor, y así poder extender la mano y darla, y, con la mano, la mirada, y con esta, una palabra amable, que consuele, que alivie de tanta soledad, que nos pueda salvar al otro y a mí, recomponiendo así la campana de cristal agrietada (18:17:47).

martes, 17 de marzo de 2020

17 de marzo de 2020. Martes.
TODO ES BELLEZA

Con la que está cayendo, dirán los personajes del chaparrón.  Batalha. Portugal

-Me lavo las manos, apenas hablo, no salgo a la calle, no veo la tele, salvo lo preciso, gozo con la lectura, me traslada a otros sueños, me asomo al balcón y contemplo un paisaje sin gente, insólito, me aburro, pero menos, cuando esto ocurre, pienso en las personas que, por vocación, todos los días hacen clausura, y no han perdido la alegría ni el deseo de vivir, pienso con emoción y lágrimas en mi familia, ahora lejos y amada, escribo con la lentitud y el placer del que hace códices iluminados con dibujos y letras preciosas que embellecen la visión de la lectura, y rezo, como el que pone el amor y los cimientos a los quehaceres del día, a su adversidad y a su grandeza, a sus latidos siempre hermosos. Con el rezo, me nacen latidos nuevos para alentar esta vida en la que nos movemos, y que, a veces, como ahora, anda tan cercana a la desgracia y al caos. Pero, sin embargo, todo es vida, acontecimiento con cerilla que luce y espina que duele: todo es belleza. La espina en el rosal también es belleza, pues si sigues el ascenso de sus púas, llegas a la rosa, donde está la excelencia. Hoy me han aconsejado no salir a la farmacia, y he obedecido: se notaba el miedo en los ojos de los que aconsejaban. Tienen miedo a contagiarse. Como un servidor. Y no salgo. Pero a mí, que no me gusta molestar, decido molestar al enfermero, aunque sé de buena tinta, Diario, que esto, para él, no es molestia, y le hago el encargo, que lo acepta y sonríe (18:38:43)

lunes, 16 de marzo de 2020

16 de marzo de 2020. Lunes.
¡HAYA LUZ!

En la oscuridad, que haya luz. Varsovia. Polonia. 

-Dice el Génesis: «La tierra era caos y confusión por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas». Es decir: la tierra, entonces, era caos, confusión, abismo, al principio. Pero Dios estaba allí, aleteando, silabeando ya la luz, la luz que evitaría el caos, la confusión, el precipitarse de la tierra en el abismo. La luz sería orden y colores, vida. Pues el caos, la confusión, son metáforas de espacios abismales, donde reinan los silencios, la oscuridad, los infiernos de Dante. Pero dijo Dios: «“Haya luz”, y hubo luz», y con la luz, y «haciendo camino al andar», se fueron formando las cosas: la noche y el día, las aguas de arriba y las de abajo, la hierba y los animales vivientes, se poblaron los mares y la tierra, y, una vez preparado el escenario, fue creado el hombre y la mujer, y todo estaba bien. Con la luz, la tierra se activó, y se empezaron a dar pasos hacia la normalidad: se instauró el orden y nació la paz, y el trabajo, y la vida en común, y la risa, y el llanto, y, con ojos admirados, se salió del miedo, que es lo que se espera en este momento de incertidumbre y de zozobra. Salgamos del miedo, Diario: hagamos, con Dios, la luz (18:34:50).

domingo, 15 de marzo de 2020

15 de marzo de 2020. Domingo.
LA HERMOSA RUTINA DE CADA DÍA

Brote de esperanza, en el jardín. Murcia.

-Anoche, a las diez, me uní al aplauso que sonó desde muchos balcones del país en honor de nuestros sanitarios, como un vuelo estruendoso de pájaros, y aleluyas de agradecimiento en el pico. Las Palomas saltaban de los aplausos y se posaban en los oídos atentos de España. Aplauso dedicado, además, a las personas que cada día hacen que el país ande, se mueva, coma, tenga esperanza, certezas quizá, que viva. No se nos puede arrebatar el deseo de celebrar la vida, que, aunque corta, la tenemos ahí, dándonos compañía, cortejando nuestros pasos y miradas, alentando nuestras ilusiones. Soñando. Es decir, haciéndonos libres. Hoy, los viejecitos de la Casa no nos hemos podido reunir para celebrar la santa misa en la capilla. Obedientes, y siguiendo el mandato del Obispo, hemos optado por la tele, la misa catódica, que se ve pero no se palpa, se oye y se vive, pero queda lejana, fría. Pero es lo que hay, y aceptarlo es un deber de ciudadanía, haciéndonos meditar de este modo en el milagro asombroso y festivo que es la vida. Y eso a pesar de los bichos y telarañas que nos cercan a veces. Decirte, Diario, que en la misa con el cardenal Carlos Osorio, he pedido que pase pronto este cáliz de la pandemia y volvamos, con luz en los ojos e himnos nuevos en la boca, a la hermosa rutina de cada día, amén (19:12:05).

sábado, 14 de marzo de 2020

14 de marzo de 2020. Sábado.
EL SUSTO EN EL ALMA

Negros nubarrones, en el cielo. Murcia.

-Bajo el cielo a mi altura, lo toco, y digo: «Oh, Dios, protégenos». ¡Tan cerca está! «Protegernos ahora, en esta hora de confusión y temor». Con la fe, la otra verdad que me libera, es que solo con las palabras puedo tocar a Dios, con las palabras y sus silencios, tan invisibles y tan cercanos como él. Con el susto en el alma, y cumplidos todos los protocolos que nos han ordenado –si no es para ir a la farmacia o al supermercado, no salir a calle; lavarse las manos cada dos por tres; evitar tocarse los ojos, la boca, la nariz, son caminos de perdición; estar un metro por lo menos del amigo al que me dirijo; no besar al hijo ni a la madre, son transmisores del mal; cuidado con el timbre de casa, puede morder; etcétera–, solo me queda mirar al cielo y pedir a Dios que no lo cierre del todo, que deje una rendija por la que mirar y enviarnos su ayuda, Diario, ahora (¡ahora!) que tanto la necesitamos. Amén (19:06:07).

viernes, 13 de marzo de 2020

13 de marzo de 2020. Viernes.
FRÁGIL VIRUS SIN DIENTES

Bebiendo de la fuente, Iglesia del Nacimiento. Belén. Israel.

-Y vino el pez chico, el caballito de mar, y mordió al tiburón, que se revolvió furioso. Voló una mariposa y tembló el Everest: entonces la montaña tiró piedras y aludes sin lograr alcanzar al insecto: este se había hecho invisible. Un pequeñísimo y muy frágil virus sin dientes, ciego, salió del microscopio y atacó e hirió de muerte al mastodonte llamado humanidad, y temblaron los pilares de la tierra. Nunca se puede ser un héroe, si no se ha pasado por una pandemia. Las pandemias son las batallas de lo mínimo, lo insignificante, contra la soberbia de lo grande y musculoso. Estoy de acuerdo: el virus mata, pero no tanto como una guerra o la vejez. Mientras la guerra mata y la vejez destruye, y lo asumimos, el virus, más escandaloso, pero infinitamente menos dañino, nos llena de terror y susto, y, como niños, nos ponemos todos a llorar melancolías. Lloremos, mas sin desgañitarnos, que la vida (Dios mediante) va a seguir, y sigue, asustada, sí, pero con otra luz en los ojos, la de quien sale de una oscuridad prolongada. ¿Qué si tengo miedo? Desde luego, Diario. Sin embargo, digo con Cavafis: «Arte de la Poesía, trae tus fármacos, / los que hacen –por un momento– que no sienta la herida» (18:41:07).